lunes, 29 de junio de 2015

Cena Pan y Vino: MARIA: Unión entre la Iglesia y la Eucaristía

El Santuario de Schoenstatt de Juana Díaz acogió el jueves a varios cientos de feligreses que participaron de la Cena Pan y Vino, un evento hermanado por la presencia de Jesús Eucaristía y en donde el Padre Hilario José Gutiérrez conversó sobre la consideración de María como Madre y modelo de la Iglesia.
Asimismo, William Rosaly, líder del grupo "Madrugadores de María", realizó un recuento sobre los "Prodigios y Milagros Eucarísticos" y al final del encuentro un compartir entre todos.

P. Hilario junto al Grupo Epiklesis
El P. Hilario, rector del Santuario, disertó que en el contexto general eclesiológico de la relación entre María y la Eucaristía se articula principalmente alrededor de la consideración de María como Madre y modelo de la Iglesia: "Si queremos descubrir en toda su riqueza la relación íntima que une Iglesia y Eucaristía, no podemos olvidar a María, Madre y modelo de la Iglesia" (Ecclesia de Eucharistia n. 53).
María es Madre de la Iglesia por ser Madre de Cristo, por haberle dado la carne y la sangre; esa carne y esa sangre que en la Cruz se ofrecieron en sacrificio y se hacen presentes en la Eucaristía (cfr. Ecclesia de Eucharistia n. 55). Este es el aspecto más inmediatamente perceptible de aquella "relación profunda" de la Virgen con el misterio eucarístico, tradicionalmente contemplado desde la antigüedad.

Pero la Encíclica se detiene especialmente en contemplar la relación de María con la Eucaristía en cuanto la Madre del Señor es modelo: "La Iglesia, tomando a María como modelo, ha de imitarla también en su relación con este altísimo misterio" (Ecclesia de Eucharistia Ecclesia de Eucharistia n. 53). Imitar, ante todo, su fe y su amor, en la anunciación y en la visitación a Isabel, donde María es realmente tabernáculo vivo de Cristo (cfr. Ecclesia de Eucharistia Ecclesia de Eucharistia n. 55); en el Calvario (cfr. Ecclesia de Eucharistia nn. 56-57) y, más allá, cuando recibió la Comunión eucarística de manos de los Apóstoles (cfr. Ecclesia de Eucharistia n. 56). Una fe y un amor que —como en el Magnificat— se desbordan en alabanza y en acción de gracias (cfr. Ecclesia de Eucharistia n. 58). Es grande la riqueza de matices de esta llamada a la imitación de María "mujer eucarística". 

Prosiguió que cuando María era ya tabernáculo vivo del Hijo de Dios encarnado, escuchó aquella alabanza: beata, quae credidit (Lc 1, 45). "Feliz la que ha creído. María ha anticipado también en el misterio de la Encarnación la fe eucarística de la Iglesia. Cuando en la Visitación lleva en su seno el Verbo hecho carne, se convierte de algún modo en "tabernáculo" —el primer "tabernáculo" de la historia— donde el Hijo de Dios, todavía invisible a los ojos de los hombres, se ofrece a la adoración de Isabel, como "irradiando" su luz a través de los ojos y la voz de María" (Ecclesia de Eucharistia n. 55). 

Ciertamente, Santa María tuvo unos motivos de credibilidad excepcionales (sobre todo: el anuncio de San Gabriel; el experimentar que efectivamente tenía en sus entrañas, sin obra de varón, el Hijo anunciado; que también Santa Isabel y luego San José habían recibido de lo Alto el anuncio de su maternidad divina). Ella expresa la fe auténtica en lo que "no se ve" (cfr. Hb 11, 1).

MARIA: Sacrificio - Eucaristia  
Considerar la fe de nuestra Señora, como modelo de fe eucarística, nos lleva necesariamente a contemplarla al pie de la Cruz de su Hijo, ya que el sacrificio de la Eucaristía es el memorial sacramental que hace presente el sacrificio del Calvario. En realidad, como escribe San Juan Pablo II, "María, con toda su vida junto a Cristo y no solamente en el Calvario, hizo suya la dimensión sacrificial de la Eucaristía. Cuando llevó al niño Jesús al templo de Jerusalén "para presentarle al Señor".  Aquí le anuncia el anciano Simeón que aquel niño sería "señal de contradicción" y también que una "espada" traspasaría su propia alma (cfr. Lc 2, 34.35), se prefiguraba la Virgen al pie de la Cruz. Preparándose día a día para el Calvario, María vive una especie de "Eucaristía anticipada". 

La presencia de la Virgen en el sacrificio eucarístico
Se trata de un aspecto especialmente misterioso, que presenta un dilatado horizonte a la reflexión teológica y a la contemplación espiritual. Efectivamente, la relación actual de María con la Eucaristía no es sólo de tipo, por así decir, histórico (el cuerpo y la sangre presentes en la Eucaristía fueron engendrados en y de María); ni tampoco se trata sólo de una relación de ejemplaridad entre María y los cristianos ante la Eucaristía. No; se trata, además y en cierto modo sobre todo, de una verdadera presencia de la Madre en el hacerse presente sacramentalmente el Sacrificio del Hijo.  San Juan Pablo II lo expresó con palabras claras: "En el "memorial" del Calvario está presente todo lo que Cristo ha llevado a cabo en su pasión y muerte. Por tanto, no falta lo que Cristo ha realizado también con su Madre para beneficio nuestro" (Ecclesia de Eucharistia n. 57). 
Se trata de una verdadera presencia de la Virgen, ciertamente diversa de la presencia sustancial de Cristo en la Eucaristía: "María está presente con la Iglesia, y como Madre de la Iglesia, en todas nuestras celebraciones eucarísticas".    
     
Subrayó que la presencia de María "en todas nuestras celebraciones eucarísticas" y, precisamente, "como Madre de la Iglesia", pertenece al núcleo del evento salvífico que se celebra, y que se trata de una presencia activa; es decir, que la Santísima Virgen, de algún modo, "interviene" en el sacrificio eucarístico.

Esta intervención de la Virgen en el sacrificio eucarístico tiene, sin duda, su origen en su maternidad divina; en ese llevar Cristo "la misma Sangre de su Madre", pero no se reduce a esta realidad radical; se trata de una "intervención" actual "en todas nuestras celebraciones eucarísticas", que —atendiendo a la esencial identidad del sacrificio eucarístico con el sacrificio del Calvario— habrá que considerar en relación con la intervención de María al pié de la Cruz, pues, como explica San Juan Pablo II en uno de los textos apenas citados, en la Misa está presente todo lo que Cristo ha realizado en la Cruz, "también con su Madre para beneficio nuestro". 

Veinte años antes, el mismo Romano Pontífice, lo afirmaba con estas palabras: "Cristo ofreció en la Cruz el perfecto Sacrificio que en cada Misa de modo no sangriento se renueva y hace presente. En ese Sacrificio, María, la primera redimida, la Madre de la Iglesia, tuvo una parte activa.
William Rosaly en su presentación
sobre los Milagros Eucarísticos
En suma, para aproximarnos a contemplar la "intervención" de María en el sacrificio eucarístico, hemos de contemplar su "intervención" en el Calvario iuxta Crucem Iesu (Jn 19, 25). Santa María se asoció, por la fe y el amor, al sacrificio de su Hijo "mediante el sacrificio de su corazón de madre"  Ofreciendo el sacrificio de Jesús en unión con Él, Santa María realizaba un propio sacrificio, que —como se ha recordado en líneas anteriores— comportó "la más profunda kénosis de la fe en la historia de la humanidad.

La Madre de Jesús es también "nuestra Madre en el orden de la gracia" pues "cooperó con el amor a que nacieran en la Iglesia los fieles".  Esto supuesto, la mediación de María al pié de la Cruz tendrá características propias de una participación, pero no de una "aportación" que complemente de algún modo la eficacia salvífica del sacrificio de su Hijo. Más bien, es el mismo Cristo quien da a participar su eficacia redentora al "sacrificio del corazón de madre.
Esta presencia de María en el sacrificio del Calvario es, pues, una presencia materna, no sólo respecto a Jesucristo, sino también respecto a la humanidad redimida, de manera que cuando el Señor nos la entregó en San Juan como Madre (cfr. Jn 19, 26-27), no constituyó su maternidad espiritual sino que la declaró. 
 Toda esta realidad se hace presente en la Eucaristía, pues —en las palabras de San  Juan Pablo II, ya citadas parcialmente antes— "en el memorial del Calvario está presente todo lo que Cristo ha llevado a cabo en su pasión y muerte. Por tanto, no falta lo que Cristo ha realizado también con su Madre para beneficio nuestro. En efecto, le confía al discípulo predilecto y, en él, le entrega a cada uno de nosotros: "¡He aquí a tu hijo!". Igualmente dice también a nosotros.  ¡He aquí a tu madre!".

Vivir en la Eucaristía el memorial de la muerte de Cristo implica también recibir continuamente este don. Significa tomar con nosotros —a ejemplo de Juan— a quien una vez nos fue entregada como Madre" (Ecclesia de Eucharistia n. 57).
Santa María, presente como modelo y Madre de la Iglesia en todas las celebraciones eucarísticas, "nos enseña a tratar a Jesús, a reconocerle y a encontrarle en las diversas circunstancias del día.  También ante el misterio de la Madre, y concretamente en su ser "mujer eucarística", aunque la teología puede y podrá siempre profundizar mucho más, es necesario adoptar la actitud del silencio adorante y agradecido.


DECLARACIONES INTEGRAS DE LA COMISIÓN PERMANENTE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL PUERTORRIQUEÑA ANTE LA DECISIÓN DEL TRIBUNAL SUPREMO DE LOS ESTADOS UNIDOS DE RECONOCER COMO UN DERECHO CONSTITUCIONAL EL MATRIMONIO ENTRE PERSONAS DEL MISMO SEXO


Queridos hermanos y hermanas:  

(1) Una mayoría de jueces del Tribunal Supremo de Estados Unidos ha decidido que  prohibir el matrimonio entre personas de un mismo sexo es inconstitucional, teniendo esto el efecto de que los estados y los territorios están obligados a reconocer ese tipo de matrimonio que se hubiera celebrado en otras jurisdicciones, así como permitir su celebración en su propia jurisdicción. 
(2) Es necesario aclarar que esta lamentable decisión judicial, aunque aplicable al Gobierno del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, no aplica a las iglesias, ni a las confesiones religiosas.  Por consiguiente, la Iglesia Católica seguirá afirmando y sosteniendo nuestra doctrina y práctica pastoral sobre el matrimonio entre hombre y mujer.  
(3) La decisión judicial anunciada por una mayoría de jueces del Tribunal Supremo de Estados Unidos es erró
nea porque la redefine y tergiversa su finalidad y su destino. El matrimonio entre personas del mismo sexo destruye la riqueza de la complementariedad de los sexos y  priva a la prole de la figura paterna o materna.
(4) El matrimonio y la familia no son hechura de los gobiernos ni de los jueces, sino de la conciencia de aquellos primeros seres de la especie humana que habitaron la Tierra al cabo de un proceso largo y multimillonario de evolución. ¿Por qué? Porque los primeros seres humanos entendieron que el lugar más seguro para custodiar el amor entre el hombre y la mujer y criar sus hijos e hijas era formalizando su relación en una unión exclusiva, protegida y única. 
(5) El Papa Francisco, en la Encíclica Laudato si', destaca la importancia central de la familia y nos recuerda que ésta "es el ámbito donde la vida, don de Dios, puede ser acogida y protegida de manera adecuada contra los múltiples ataques a que está expuesta, y puede desarrollarse según las exigencias de un auténtico crecimiento humano. Contra la llamada cultura de la muerte, la familia constituye la sede de la cultura de la vida". 
(6) La familia —como vínculo afectivo de amor, de convivencia y de reproducción— es anterior al Estado y a la Iglesia por miles y miles de años, y, por esa razón, corresponde a éste defenderla y no debilitarla ni redefinirla. 
(7) Lamentamos que, por la naturaleza colonial de nuestra relación políticojurídica con los Estados Unidos, la decisión de su máximo foro judicial sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo, sea aplicable en Puerto Rico. Dicha decisión es claramente contraria a los valores de la inmensa mayoría de nuestro Pueblo, el cual, mediante un ejercicio democrático, legisló para reconocer únicamente el matrimonio entre un hombre y una mujer. 
(8) Sabemos que a raíz de esta decisión judicial lamentable habrá quienes aprovechen la situación para desinformar, para relajar la institución del matrimonio y para crear debates e inducir a hermanos puertorriqueños o cristianos a discutir entre sí con el único fin de mejorar los ratings de programas y segmentos de los medios masivos de comunicación.  Sin embargo, no podemos caer en la tentación de arremeter festinadamente contra otro hermano que piense distinto. La verdad sin caridad se debilita y el argumento sin misericordia es despiadado. 
(9) En situaciones como ésta estamos llamados como cristianos y cristianas a orar, a proclamar la verdad del matrimonio y de la familia, a catequizar, a educar en la fe y a procurar que nuestra generación y las futuras afirmen siempre  esta verdad fundamentada en el designio del Creador.  
(10) Hoy pedimos a todas y a todos los puertorriqueños a orar por la familia y el matrimonio entre el hombre y la mujer, para que él y ella sean siempre generadores de vida, de felicidad y de amor.  

domingo, 28 de junio de 2015

"Laudato si'": la familia como "el lugar dónde se construye una cultura de la vida compartida y del respeto a lo que nos rodea", nos dice el Papa









El Santo Padre exalta la "importancia central" de la familia, como "el ámbito donde la vida, don de Dios, puede ser acogida y protegida de manera adecuada contra los múltiples ataques a que está expuesta, y puede desarrollarse según las exigencias de un auténtico crecimiento humano.
Contra la llamada cultura de la muerte, la familia constituye la sede de la cultura de la vida".
El Papa Francisco también habla de la familia en la encíclica "Laudato si''' que fue presentada hace unos días. La sitúa entre los "ámbitos educativos" junto a la escuela, los medios de comunicación, la catequesis, etc... Si "una buena educación escolar en la temprana edad coloca semillas que pueden producir efectos a lo largo de toda una vida", es en la familia, escribe el Papa, dónde "se cultivan los primeros hábitos de amor y cuidado de la vida, como por ejemplo el uso correcto de las cosas, el orden y la limpieza, el respeto al ecosistema local y la protección de todos los seres creados.
La familia es el lugar de la formación integral, donde se desenvuelven los distintos aspectos, íntimamente relacionados entre sí, de la maduración personal".
En la familia, leemos en el mismo párrafo, el 213, " se aprende a pedir permiso sin avasallar, a decir «gracias» como expresión de una sentida valoración de las cosas que recibimos, a dominar la agresividad o la voracidad, y a pedir perdón cuando hacemos algún daño. Estos pequeños gestos de sincera cortesía - se lee finalmente- ayudan a construir una cultura de la vida compartida y del respeto a lo que nos rodea".
(Fuente: Pontificium Consilium pro Familia)

Joao Pozzobon: a 30 años de su fallecimiento

Por Maria Fischer 
El sábado 27 de junio fue el aniversario de fallecimiento número 30 de Don Joao Pozzobon, incansable misionero de la Mater e iniciador de la Campaña del Rosario. Fue invitado a participar en las celebraciones del centenario del Padre Kentenich, en septiembre de 1985, en Schoenstatt y en Roma. Pero pocos meses antes, aquel 27 de junio de 1985, falleció, atropellado por un camión en su peregrinación hacia el Santuario.

Falleció en presencia de la Peregrina Original (en vísperas del jubileo de los 100 años de la alianza de amor, también atropellada por un camión, como para hacerse "iglesia accidentada") y acompañado por el P. Esteban Unburu, que poco antes había comenzado la internacionalización de la Campaña del Rosario de la Virgen Peregrina.
"Dios nos regaló en la persona de don João un hombre sencillo, filial, solidario con los más necesitados, un apóstol heroico de María, un modelo de santo schoenstattiano. María lo fue formando en su Santuario con un profundo espíritu de filialidad heroica que traslucía en todo su ser.
Fue un hombre de oración extraordinario, de honda vida contemplativa, marcada por su tierno amor a su Madre y Reina y por una notable devoción eucarística y trinitaria. Al mismo tiempo fue esposo y padre de familia ejemplar, un hombre de trabajo, justo y honesto. Nunca descuidó sus obligaciones familiares ni laborales por un intenso apostolado.
Su íntima Alianza de Amor con María plasmó en él un modelo de santidad en la vida diaria. La persona de don João es un ejemplo con rasgos marcadamente particulares de la encarnación de los ideales de Schoenstatt y es para la misma Campaña un modelo de lo que Ella quiere lograr y seguro y garantía de fidelidad a las fuerzas originales de las cuales ha surgido." (Documento Santa Maria 1989). (Schoenstatt.org)

Una decisión contraria a los valores de los puertorriqueños, sentencia Conferencia Episcopal de Puerto Rico

La Conferencia Episcopal Puertorriqueña (CEP) rechazó la aprobación del matrimonio gay en Estados Unidos, sentenciada por el Tribunal Supremo de aquel país, al asegurar que esta normativa es "claramente contraria" a los valores del pueblo de Puerto Rico.
Si bien los puertorriqueños cuentan con ciudadanía estadounidense, no pueden votar en las elecciones presidenciales y el poder para ejercer su soberanía recae en el Congreso de Estados Unidos.
En un comunicado de prensa, los obispos de Puerto Rico lamentaron que "una mayoría de jueces del Tribunal Supremo de Estados Unidos ha decidido que prohibir el matrimonio entre personas de un mismo sexo es inconstitucional".
Esta decisión, indicaron, tendrá "el efecto de que los estados y los territorios están obligados a reconocer ese tipo de matrimonio que se hubiera celebrado en otras jurisdicciones, así como permitir su celebración en su propia jurisdicción".
Los obispos puertorriqueños lamentaron que "por la naturaleza colonial de nuestra relación político-jurídica con los Estados Unidos, la decisión de su máximo foro judicial sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo, sea aplicable en Puerto Rico".
"Dicha decisión es claramente contraria a los valores de la inmensa mayoría de nuestro Pueblo, el cual, mediante un ejercicio democrático, legisló para reconocer únicamente el matrimonio entre un hombre y una mujer".
Sin embargo, precisaron que la sentencia de la Corte Suprema "aunque aplicable al Gobierno del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, no aplica a las iglesias, ni a las confesiones religiosas. Por consiguiente, la Iglesia Católica seguirá afirmando y sosteniendo nuestra doctrina y práctica pastoral sobre el matrimonio entre hombre y mujer".
La Conferencia Episcopal Puertorriqueña aseguró que la decisión de la Corte Suprema "es errónea", porque "redefine y tergiversa" la finalidad y el destino del matrimonio.
"El matrimonio entre personas del mismo sexo destruye la riqueza de la complementariedad de los sexos y priva a la prole de la figura paterna o materna", indicaron los obispos.
Los prelados puertorriqueños recordaron además que "el matrimonio y la familia no son hechura de los gobiernos ni de los jueces, sino de la conciencia de aquellos primeros seres de la especie humana que habitaron la Tierra".
"¿Por qué? Porque los primeros seres humanos entendieron que el lugar más seguro para custodiar el amor entre el hombre y la mujer y criar sus hijos e hijas era formalizando su relación en una unión exclusiva, protegida y única", señalaron.
Los obispos recordaron además que el Papa Francisco, en su encíclica Laudato Si', "destaca la importancia central de la familia y nos recuerda que ésta 'es el ámbito donde la vida, don de Dios, puede ser acogida y protegida de manera adecuada contra los múltiples ataques a que está expuesta, y puede desarrollarse según las exigencias de un auténtico crecimiento humano. Contra la llamada cultura de la muerte, la familia constituye la sede de la cultura de la vida'".
La familia, reiteraron los obispos, "como vínculo afectivo de amor, de convivencia y de reproducción es anterior al Estado y a la Iglesia por miles y miles de años, y, por esa razón, corresponde a éste defenderla y no debilitarla ni redefinirla".
La Conferencia Episcopal Puertorriqueña (CEP) advirtió a los fieles ante quienes "aprovechen la situación para desinformar, para relajar la institución del matrimonio y para crear debates e inducir a hermanos puertorriqueños o cristianos a discutir entre sí con el único fin de mejorar los ratings de programas y segmentos de los medios masivos de comunicación".
Ante esto, exhortaron a los fieles a no caer en la tentación "de arremeter festinadamente contra otro hermano que piense distinto. La verdad sin caridad se debilita y el argumento sin misericordia es despiadado".
"En situaciones como ésta estamos llamados como cristianos y cristianas a orar, a proclamar la verdad del matrimonio y de la familia, a catequizar, a educar en la fe y a procurar que nuestra generación y las futuras afirmen siempre esta verdad fundamentada en el designio del Creador".
Al concluir, los obispos puertorriqueños pidieron a todos los ciudadanos "orar por la familia y el matrimonio entre el hombre y la mujer, para que él y ella sean siempre generadores de vida, de felicidad y de amor".