viernes, 3 de abril de 2015

Vía Crucis Viviente en Schoenstatt de Juana Díaz: Señor enséñame a abrazar alegremente la Cruz

Este Viernes Santo fue un día de peregrinaciones diversas al Santuario de la Madre Tres Veces Admirable de Schoenstatt en Juana Diaz en donde miles de creyentes convergieron para orar y recordar, a través de una representación teatral, la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo.

Los peregrinos provenientes de varios puntos de la isla de Puerto Rico llegaron, muchos a pie, desde tempranas horas de la madrugada. Fue un gran sacrificio.

El Padre Hilario José Gutiérrez Burgos, rector del Santuario, ha dicho: "es tiempo que tomemos la vida en serio y que cada instante de ella la aprovechemos para, con la ayuda de Dios, vencer el mal y, con la ayuda de Dios, realizar todo el bien que nos sea posible".

Lo importante de este tiempo no es el recordar con tristeza lo que Cristo padeció, sino entender por qué murió y resucitó. Es celebrar y revivir su entrega a la muerte por amor a nosotros y el poder de su Resurrección, que es primicia de la nuestra.

La representación teatral o 'Vía Crucis Viviente' inició a media mañana, arropados por un calor que rondaba los 84 grados F.
A continuación compartimos el Vía Crucis, 'Hacia el Padre', acompañado de una secuencia fotográfica de la representación teatral del Viernes Santo en el Santuario de Juana Díaz:

VÍA CRUCIS HACIA EL PADRE
ORACIÓN
Padre, junto a María, nuestra Madre, quiero acompañar
 Al Redentor del mundo y, en su lucha a muerte ver esos  
poderes que actúan en todos los sucesos de la historia      
Ayúdame con su Esposa, la Gran Señal, a ofrecerle como
Instrumento mis débiles manos a El , el Señor, a quien, por
Amor a nosotros constituiste para enjuiciar a Satanás.
Me veo situado entre esos grandes poderes que se
Proscriben mutuamente en una eterna lucha, y, con
entera libertad, una vez más me decido por Cristo
ahora y para siempre.
Concédeme abrazar con el Señor alegremente la cruz
e ir por los caminos de la Inscriptio sin vacilación,
para que como esposa me asemeje al Esposo, y como
instrumento sea fecundo para su Reino de Schoenstatt.
Te imploro, Señora Tres Veces Admirable, contemplar la
profundidad del corazón de Cristo y, en medio de un mar
agitado por el odio,  acompañarlo con el ardiente fuego
de tu amor.
Amén

  
PRIMERA ESTACIÓN   "JESÚS ES CONDENADO A MUERTE"
L … Te adoramos, Señor Jesucristo….
Todos  …que has muerto por nosotros en la cruz. 
L…Satanás, a través de sus esbirros, te ha condenado a muerte contra todo derecho; a ti, Señor, que eres, desde la eternidad la Verdad, la Justicia, el Amor y la Vida.
(Barrabás es liberado a cambio de Jesús)
Con soberana libertad y en silencio aceptas como voluntad del Padre tu sentencia de muerte, eres tan desprendido de ti mismo y tan íntegramente libre, que estás dispuesto a seguir solo lo que es del Padre.
Pilato, el sumo sacerdote y las masas culpablemente te abandonan a Ti. Luz del mundo, y te vuelven a menudo a condenar a muerte entre gritos estridentes, con odio y con desprecio. Cada vez que vulneré la verdad, la justicia o el amor,  o  por cobardía contravine tus deseos, entonces, junto a tus verdugos, me aparté de ti y privé de tu amor a la tierra de Schoenstatt.
Junto con tu Esposa, que contigo sobrelleva los pesares, quiero morir a todos mis egoísmos. Con alegría hago renuncia  total también de mi honor y de mis derechos; a todo renuncio si el Padre así lo pide.
…Padre Nuestro estas en el cielo………………………………

SEGUNDA ESTACIÓN  "JESÚS CARGA LA CRUZ"
Pronto recibirás el bautismo de sangre, el que siempre anhelaste con todas tus ansias; se te concede la gloria del dolor, que el Padre te regala para salvación nuestra.
Te veo abrazar con inmenso anhelo esa cruz, que proclama en voz alta la misericordia divina y que, siendo fabricada para ti por la ilusión del demonio, ahora Tú coges como instrumento de redención.
A través de todas las épocas por múltiples caminos, vas cargando la cruz, flaqueando y despreciando. Lo que tu Iglesia sufre en persecuciones es la cruz que ponen en tus hombros.
Desde que Tú magnánimamente la aceptaste, adquirió un claro resplandor y un valor precioso. Quien te ama, busca en Ti, Señor, con noble orgullo, junto a tu fuerte Esposa, obtener el madero de los esclavos.
Concédeme llevar siempre con alegría la astilla de la cruz que el Padre me mande por las circunstancias de mi vida, para que la Inscriptio se manifieste como auténtica y mi ser y  mi actuar alaben al Padre filialmente.        
            
TERCERA ESTACIÓN  "JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ"
Te oprime el amargo peso de los pecados y te derrumba el apresuramiento de los verdugos; pero el saber que el dragón obstruye la entrada al cielo, te impulsa a levantarte para cumplir la obra de la Redención.   
La Obra que te ha encomendado el Padre, y para la cual la Madre y Esposa dio su Sí, no te deja descansar hasta la hayas consumado, borrando la deuda contraída por Adán.
La culpa de los hombres te hace retirarte en silencio y por momentos te ahuyenta de la cercanía de los pueblos; pero tu amor redentor te impulsa con fuerza para, en unión a tu Esposa, volver a las tinieblas.
No puedes perder ninguna de tus pequeñas ovejas; a todas las conducirás victoriosamente a casa para que, cumpliendo el santo encargo del Padre, se asemejen a ellas a ti a pesar de las astucias de la serpiente.
Cuando la culpa y el peso de la naturaleza me oprimen, cuando me abruman los fracasos y las preocupaciones de pastor, entonces, Señor, pido seguir tu huella como faro que ilumine las debilidades de la naturaleza. 

CUARTA ESTACIÓN  "JESÚS ENCUENTRA A SU MADRE"
En tu arduo camino de cruz no puede faltar María, tu Permanente Cooperadora en la salvación de los hombres; el Padre la puso a ella al lado tuyo, como antaño le dio Eva a Adán por compañía.
Un mar de dolor conmueve los dos corazones, pero nada podrá jamás arrancar de ellos la decisión de atenerse inconmovibles a la voluntad del Padre y de recorrer juntos el camino del sufrimiento.
Desde entonces, cada vez que se alza la humareda del fuego infernal, te sirves de María, que pisa la cabeza de la serpiente, para reprimir, por la palabra de una mujer, a la bestia, que abre sus grandes fauces de dragón.
En unión con María quieres salvar a los hombres,  igual que Tú a la voluntad del Padre. Ella es y será siempre el  señuelo, el imán, al cual nuestro corazón difícilmente podrá resistirse.
Con tu bondad inefablemente generosa has regalado a Schoenstatt la flor más noble de la humanidad;  queremos guardarla en el santuario del corazón y llevarla hacia el mundo con audacia. 

QUINTA ESTACIÓN "SIMÓN DE CIRENE AYUDA A CRISTO A LLEVAR EL MADERO DE LA CRUZ"
Es deseo del Padre que no continúes solo cargando los pesados maderos de la cruz. El te envía a Simón de Cirene para traerte alivio, ánimo y reposo.
Al principio te ayuda Simón contra su voluntad, más pronto siente brotar de ti una fuerza divina; imprimes en él tan acusadamente tu imagen, que se transforma en fiel retrato tuyo.
Los que el Padre escogió desde toda la eternidad para ser, en al Espíritu Santo, sal y luz del mundo, quieren hoy ofrecerte sus hombros para llevar contigo el emblema de la Redención.
Por cierto, el dragón se opone a que beban tu cáliz, en cuyo fondo brillan perlas de cielo; pero, como a tu Esposa, a tus elegidos los asemejas a ti en el ser, en el actuar y en un dolor rico en victorias.
Te agradezco porque diariamente puedo ofrecerte mis hombros para la cruz de la vida; edúcame así para ser un reflejo tuyo cumpliendo siempre como hijo los deseos del Padre.

SEXTA ESTACIÓN; "VERÓNICA OFRECE UN VELO A JESÚS"
Entre la fila de verdugos, sin timidez ni miedo, Verónica, con el corazón colmado de compasión, irrumpe intrépida, te alcanza y te presenta un sudario que Tú tocas agradecido.
Este servicio de amor te alegra tan hondamente que en el paño dejas impresa tu faz y lo devuelves a Verónica, a quien el más puro amor la ha impulsado hacia ti.
Desde entonces y con frecuencia aceptas, Señor, que nobles mujeres te escojan como Esposo del alma. En los miembros de tu Cuerpo te sirven movidas por ardiente amor y con valentía inquebrantable.
Tienen ellas los rasgos de la ternura y la pureza de Cristo, y no hay en ellas engaño, falsedad ni mentira; van  por los caminos de la creación pecaminosa como vivas y luminosas huellas de Cristo y de María.
Te doy gracias porque en el mundo de Schoenstatt hay verónicas que mantienen vigilancia; Señor, que nunca desaparezcan de nuestras filas y que nosotros seamos siempre sus caballerosos protectores.

SĖPTIMA ESTACIÓN; "JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ'
Pesadísimos son los maderos y te vuelven a derribar, pues los príncipes y los pueblos no comprenden por su endurecimiento en el mal, que sólo Tú puedes ser el Señor del mundo.
Son incapaces de entender la locura de la cruz, y por eso te rechazan con odio obstinado; se inclinan ante Satanás, Príncipe de este mundo, que los tiene atados con servidumbre eterna.
Hay tiempos en que tajantemente se separan los espíritus y, en medio de su convulsión buscan de nuevo a su Maestro. Muy alto se yergue el muro divisorio; sólo en el signo de la cruz puede ser reconocido el Señor.
Veo precipitarse al abismo a los pueblos que se dejan apartar  de la cruz de Cristo, y de la profundidad  veo emerger al tirano que orgulloso quiere determinar el curso de la historia.
Señor, por los ruegos de María, tu Esposa, que no caiga la cruz; álzala de nuevo; brille desde el cielo; contigo quiero llevarla hacia el mundo, hasta que nuestro pueblo vuelva a postrarse ante ella.

OCTAVA ESTACIÓN, "JESÚS ENCUENTRA A LAS MUJERES QUE LLORAN"

Tan perturbados están los ojos de las mujeres, que no logran mirar con la verdadera fe; solamente ven una figura que flaquea, y no te perciben a ti, el Dios que sostiene todo lo existente.
Con dolor señalas a tus hijos, que en Jerusalén pronto serán anunciadores de la divina justicia, pues la Ciudad Santa será un montón de ruinas y será dispersado el pueblo que te rechazó.
Veo vacilar por todos lados a millones de hombres, porque sus ojos están enfermos de ceguera. La luz que penetra las tinieblas está impedida por las trabas de Satanás y el egoísmo.
Escucho retumbar los truenos del castigo divino, que derriban a todos los que no quieren ver: confusión y desolación reinan  la tierra, que tan desdeñosamente ha desconocido al Mesías.
Presentaré tu sangre, Señor, al Padre como ofrenda; quiera El acordarse de los Dolores de nuestra Madre, tomarme a mí como víctima de propiciación y cambiar así el rigor de su parecer justiciero. 

NOVENA ESTACIÓN  "JESÚS CAE POR TERCERA VEZ"
El amargo tormento vuelve a oprimirte y es tan duro, que te desploma por tercera vez; de esta caída son culpables muchos hombres a los cuales cuidaste con especiales favores.
Debían prepararte marchas de victoria pero se dejan conducir por malos espíritus; no se liberan totalmente del mundo, que como tela de araña los tiene atrapados.
Apóstoles de esa índole hay en todos los tiempos, aumentan dolorosamente tus sufrimientos de Redentor; ponen riendas a tu eficacia para frenarla, y así tu Espíritu no los puede penetrar.
El demonio, tu adversario, puede jugar con ellos; sólo teme aquellos que aspiran a lograr el todo, en los cuales domina y reina sin límites el Espíritu, que guía a tu Colaboradora hacia la lucha. Aniquila, Señor, las secretas reservas que anidan en los ocultos pliegues del corazón y que son causa de que la actividad externa no alcance la fecundidad querida por Dios.

DĖCIMA ESTACION,  "JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS"
Señor, tan cobijado estás en el Corazón del Padre, que soportas sin angustia el despojo de tus vestiduras, y, al recibir los golpes, permaneces quieto y sólo gimes, porque así lo ha dispuesto para ti el Padre Celestial.
Cuanto hemos pecado por sensualidad en nuestra vida te entrega ahora tan afrentosamente a la vergüenza. Con total libertad tomas esta decisión, que colma cuerpo y alma con el más intenso sufrimiento.
Aún hoy te veo desnudado, porque nuestra concupiscencia no cesa; pero también veo junto a ti una muchedumbre de héroes que se te entregan como ofrendas.
Ellos conservan íntegros el cuerpo y el alma y plasman virginalmente todo su ser y su actuar; tienen por gloria, prestigio y honra permanecer en silencio junto a ti  en pesares y vergüenzas.
En ti, Señor, quiero que siempre el Padre sea mi norma; y, renunciando al cobijamiento en este mundo, pendiente de los ojos y la mano de nuestra Madre,
 quiero, en estrecha y santa unión contigo, ir hacia la casa paterna.

UNDĖCIMA ESTACIÓN;  "JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ"
Te veo extender dócilmente las manos y dejarte conducir en todo por los verdugos; los clavos te penetran las manos y los pies; Tú los recibes como un saludo de amor del Padre.
Porque no renunciamos a nuestra obstinación, Tú ya no quieres tener voluntad propia; tu alimento preferido es cumplir los deseos del Padre, en el cual encuentra seguridad todo lo tuyo.
La antigua serpiente procura siempre seducir a los hombres para  que no escuchen la palabra del Padre, y tercamente vayan por confusos caminos y estén a disposición de poderes tenebrosos.
Tú congregas a los que están dispuestos, Señor, a atarse libremente en ti a los deseos del Padre, y que están orgullosos de los clavos de la obediencia, como corresponde a una esposa de Cristo, a un hijo de Dios.
Siempre quiero decidirme con lúcida libertad; solo la obediencia guiará mi amor; y el plan de amor del Padre, eternamente válido, podrá así realizarse en mi existencia.
DUODĖCIMA ESTACIÓN "JESÚS MUERE EN LA CRUZ"
Ahora estás suspendido entre cielo y tierra para que surja una nueva creación de amor, Tú, el Dios omnipotente, estás allí tan inefablemente pobre, porque tu amor es tan hondo y es tan cálido.
Para conducirnos rápido y seguro hacia ti, moribundo nos quiere regalar tu Madre;  "¡Ahí tienes a tu Madre!"     "¡Ahí tienes a tu hijo!"  Así resuenan tus palabras desde la cruz, tu trono de rey.
Los hombres que se aferran a sus bienes, a sus posesiones que fácilmente desplazan la verdadera imagen de Dios, ellos te clavan al madero del desamparo y la ignominia, el que con fuerza sacude y despierta las conciencias.
Aquellos que prescinden de María, quien, según el plan del Padre, siempre debe estar junto a ti, no comprenden la plenitud de tu obra, no captan la totalidad de su fuerza y de su luz.
Mirar con amor tu cruz me sirva cada vez para no confiar más en el dinero y en los bienes materiales, y poder así con facilidad, entregarme totalmente a ti y a María Madre, con el corazón y el pensamiento.

DECIMOTERCERA ESTACIÓN; "JESÚS ES DEPOSITADO MUERTO EN EL REGAZO DE MARÍA"
Después de vencer a la muerte y al demonio, quieres que te depositen agotado en el regazo  maternal de María. Con tanta profundidad y ternura estás unido a ella, que en nuestro Corazón se manifiesta cálidamente el plan del Padre.
El sacrificio que María presentó al ofrecerte, me cantará sin cesar en el alma: el amor redentor impulsa a realizar la acción del sacrificio; ésa es la entrega que ha consumado la obra de la Redención.
Este es el profundo sentido de todos los sufrimientos que el amor del Padre tan abundantemente nos depara; tenga la certeza de permanecer solitaria toda semilla que sepultándose no muera.
Después que ella, la segunda Eva, aceptó tu muerte, comprende María cada sufrimiento de los herederos de Adán y se preocupa con solicitud maternal de que cada dolor haga más plena la obra de la Redención.
Quiero permanecer fiel como un niño a esa Madre e inscribir su nombre profundamente en los corazones; entonces el dolor que recorre todos los pueblos surgirá hecho un jubiloso y armonioso canto de redención. 

DECIMOCUARTA ESTACIÓN; "JESÚS ES PUESTO EN EL SEPULCRO"
Corto tiempo se cubrirá la piedra sepulcral, pronto resucitarás victorioso de la muerte. Surges y te alzas de la tumba como triunfador y nos abres con júbilo la puerta del cielo.
Está ligado el poder de la antigua Serpiente, la creación entera encontró su centro; ahora Tú eres el Señor de cielo y mundo, ante quien se postra todo lo creado.
En tu Iglesia quieres caminar por todas las naciones bendiciendo, Señor, para extender tu Reino; y con tu Esposa, la Reina celestial, llevarlas en el Espíritu Santo al Padre.
Cuando tu Cuerpo Místico es despreciado y es condenado a morir y es reputado como muerto, entonces irrumpe por él la Fuerza de Dios, para crear victoriosamente una tierra nueva.
En los dolores y persecuciones enséñame a creer que nada puede arrebatarte tu corona de victoria; haz de Schoenstatt un instrumento escogido, que con gloria aumente la santa Iglesia militante.

Cena del Señor y lavatorio de pies en el Santuario de Schoenstatt de Juana Diaz

En la celebración como recordatorio de la última Cena del Señor afloran los tres misterios que conmemora nuestra Iglesia Católica: la institución de la Eucaristía, la institución del sacerdocio y el nuevo mandamiento del amor.

Un día como el Jueves Santos fue cuando Jesús instituyó el sacramento de la Eucaristía, el sacramento del amor, de la entrega, de ese regalo que nos dejó. Este es el sacramento que nos une en comunión fraternal. 
Al participar del sacramento de la Eucaristía nos comprometemos desde el amor a la solidaridad y apertura hacia nuestros hermanos.

El Padre José Kentenich, fundador del Movimiento de Schoenstatt, nos ha dicho que: "Y la Eucaristía es naturalmente el alimento que tenemos que recibir tan frecuentemente como sea posible, para que esa vida no se extinga. Así cuida de su rebaño el buen Pastor".

"En cuanto al significado y los efectos de este alimento, los teólogos nos dicen que reparemos en el contenido simbólico  de la comida y bebida. ¿Qué contenidos de significación subyacen en el comer y el beber? El alimento, sea lo que fuere lo que comamos o bebamos, se incorpora a nuestra vida; forma una unidad de vida con nosotros; se asimila a nuestra naturaleza y vida. En la Eucaristía hallamos un proceso similar, sólo que en sentido inverso. En ella somos nosotros los asimilados e incorporado a la vida del Señor". (Homilía para la comunidad alemana de la parroquia de san Miguel, Milwaukee. Estados unidos, 12 de abril 1964)".


El sacramento del sacerdocio surge también del amor. Recordemos cuando Jesús dijo a los discípulos: 'Hagan esto en memoria mía hasta el fin de los tiempos'. El sacerdote debe vivir consagrado al amor. La humildad debe presidir sus actos para beneficio del prójimo y no de sí mismo. Este día del Jueves Santos fue cuando Nuestro Señor lavó los pies a sus discípulo, un gesto de gran humildad.
Recién en la Misa Crismal de la Diócesis de Ponce, el obispo Félix Lázaro Martínez instó a los sacerdotes a afrontar los desafíos del mundo moderno con fidelidad a Cristo y a la Iglesia". Reconoció que "para ello se requiere una profunda vida interior, contacto personal constante con Cristo en la oración y contemplación y un anhelo sincero de santidad".
El gesto del lavatorio de los pies en el Santuario de Schoenstatt de Juana Díaz fue uno en el que participaron representantes de doce familias de la comunidad. Primero, el Padre Hilario José Gutiérrez Burgos, rector, enjuagó los pies a doce jefes de familia quienes a su vez lo hicieron con uno de los suyos. Fue un momento de gran emotividad.

En ese momento, el P Hilario José compartió, con lágrimas en sus ojos, cómo él hacía ese gesto con su difunto padre allá en su natal República Dominicana cada vez que regresaba de una misión como sacerdote. 
"Ver a un padre lavando los pies a su hijo y ese hijo a su padre, me recordó a mi padre", exclamó.

En la ocasión de la última Cena del Señor, brota también la llama del nuevo mandamiento del amor. Así dijo Jesús: Amaos los unos a los otros como Yo os he amado (Jn 15, 12).

El papa Francisco explicó este Jueves Santo que Jesús, "habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo, hasta el final".


"Jesús nos amó, Jesús nos ama sin límites, siempre, hasta el final. El amor de Jesús por nosotros no tienen límites. Siempre es más, siempre es más. No se cansa de amar, a ninguno", dijo el Papa.

jueves, 2 de abril de 2015

Aún en el agotamiento, el Papa exhorta a los sacerdotes a mantenerse vinculados estrechamente con su feligresía

"El Señor sabe que la tarea de ungir al pueblo fiel es dura; nos lleva al cansancio y a lafatiga… Rezo por los que trabajan en medio del pueblo fiel de Dios que les fue confiado, y muchos en lugares muy abandonados y peligrosos", es la exhortación del Papa Francisco en su homilía en la celebración de la Santa Misa del Crisma al inicio del Triduo pascual.
En una soleada mañana romana, el Pontífice recordó las palabras del salmista refiriéndose a los sacerdotes cuando dice: «Lo sostendrá mi mano y le dará fortaleza mi brazo (Sal 88,22). Así piensa nuestro Padre cada vez que 'encuentra' a un sacerdote».
El Santo Padre afirmó que, "la tarea de ungir al pueblo fiel – de Dios – es dura, nos lleva al cansancio y a la fatiga. Lo experimentamos en todas sus formas: desde el cansancio habitual de la tarea apostólica cotidiana hasta el de la enfermedad y la muerte e incluso a la consumación en el martirio". El cansancio de los sacerdotes, dijo el Papa, es como el incienso que sube silenciosamente al cielo, nuestro cansancio, señaló Francisco, va directo al corazón del Padre y en esta tarea, agregó, que los sacerdotes no están solos, sino que son acompañados por la Madre de Dios. Ella, dijo el Sucesor de Pedro, como Madre, sabe comprender cuándo sus hijos están cansados y no se fija en nada más.
También, el Papa invitó a los sacerdotes a no caer en la tentación "de descansar de cualquier manera, como si el descanso no fuera una cosa de Dios". Tengamos bien presente que una clave de la fecundidad sacerdotal – afirmó el Pontífice – está en el modo como descansamos y en cómo sentimos que el Señor trata nuestro cansancio.
Después de presentar ante Jesús, Sumo Sacerdote, algunas preguntas sobre el cansancio de los pastores del pueblo de Dios, el Santo Padre repasó "las tareas de los sacerdotes que hoy nos proclama la liturgia: llevar a los pobres la Buena Nueva, anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor. E Isaías agrega: curar a los de corazón quebrantado y consolar a los afligidos".
Las tareas de los sacerdotes, señaló el Obispo de Roma, "no son tareas fáciles, exteriores; las tareas mencionadas por Jesús implican nuestra capacidad de compasión, son tareas en las que nuestro corazón es 'movido' y conmovido".
Finalmente, el Pontífice enumeró, algunos "cansancios" como el cansancio de la gente, de las multitudes, el de Jesús, un cansancio bueno, cansancio lleno de frutos y de alegría; también se da lo que podemos llamar, dijo el Papa, el cansancio de los enemigos, porque no sólo se trata de hacer el bien, con toda la fatiga que conlleva, sino que hay que defender al rebaño y defenderse uno mismo contra el mal; y por último, está también el cansancio de uno mismo, dijo Francisco, quizás el más peligroso. Porque los otros dos provienen de estar expuestos, de salir de nosotros mismos a ungir y a pelear. Este cansancio, en cambio, es más auto-referencial; es la desilusión de uno mismo. Se trata del cansancio que da el «querer y no querer», el haberse jugado todo y después añorar los ajos y las cebollas de Egipto. A este cansancio, me gusta llamarlo dijo el Pontífice, "coquetear con la mundanidad espiritual".
Por último, el Santo Padre afirmó que "la imagen más honda y misteriosa de cómo trata el Señor nuestro cansancio pastoral es aquella del que «habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo» (Jn 13,1): la escena del lavatorio de los pies". El Señor nos lava y purifica de todo lo que se ha acumulado en nuestros pies por seguirlo, agregó el Papa y eso es sagrado. Sepamos aprender a estar cansados, pero ¡bien cansados! (Fuente: Radio Vaticana)