viernes, 12 de diciembre de 2014

HISTORIA Y MISION DEL SANTUARIO DE JUANA DIAZ

Nuestra historia comienza el 1 de marzo de 1976, cuando su Santidad Pablo VI,  mediante la Bula Qui Arcano Dei, erigió la Diócesis de Mayagüez. Monseñor Ulises Casiano fue preconizado Obispo de la misma el 4 de marzo de ese mismo año cuando el Delegado Apostólico para Puerto Rico, Monseñor Giovanni Gravelli, junto al Cardenal Luis Aponte Martínez y otros obispos, anuncian su designación como Obispo de la nueva diócesis.

El Santuario de La Solidaridad por medio de este evento histórico pasa de la Diócesis de Ponce a la recién creada Diócesis de Mayagüez en el oeste de Puerto Rico. El entonces obispo de nuestra diócesis, de feliz memoria, S.E.R. Mons. Juan Fremiot Torres Oliver, solicita por medio del Revdo. Diácono Jesús María Pagán, que le pida a la familia de Schoenstatt de Ponce que le construya un nuevo Santuario en su diócesis.

La familia de Ponce junto al Padre Guillermo Ester, miembro del Instituto de Padres Diocesanos de Schoenstatt y director del movimiento en Puerto Rico, se da a la tarea de localizar un lugar donde construir el santuario diocesano. Comienza la búsqueda de un lugar, surgen varias propuestas, pero todas son rechazadas, la Mater no da una señal clara. Luego de esa larga búsqueda surge un acontecimiento que cambiaría para siempre la historia de nuestra diócesis; nuestra madre escoge el lugar y mueve los corazones del Sr. Emilio José Venegas y su esposa María del Carmen Vilaró para que le cedan el terreno donde se encuentra nuestro Santuario al mismo costo que ellos lo habían adquirido con planes de construir allí su residencia para su jubilación.

Comenzaron inmediatamente a celebrarse los encuentros de la Familia y los peregrinos todos los terceros domingo, el día de alianza en la finca de los Venegas Vilaró.

El 25 de marzo 1987, el Papa Juan Pablo II nos regaló a la Iglesia la encíclica "Redentoris Mater", un documento que nos habla de María en el Plan de la Salvación.  El 6 junio de 1987, en la Vigilia de Pentecostés, se inaugura con gran júbilo  el Año Mariano el que concluiría el 15 de agosto de 1988. Fueron señales claras de la voz de Dios.

El 14 de mayo de 1988, el obispo Torres Oliver bendijo la primera piedra y da la primera palada con que se inició la construcción de nuestro Santuario. En su zapata se enterró simbólicamente el 'hombre viejo' de todos los miembros de la Familia y peregrinos.

El Santuario de Schoenstatt fue bendecido el 8 de diciembre de 1988, fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. La Familia invita a la MTA a tomar posesión de este santo lugar y a proclamar sus glorias desde aquí. Fue bendecido por Mons. Torres Oliver, con el nombre "Santuario Cenáculo de la Inmaculada Madre del Redentor", el cual es administrado por el Instituto de Padres Diocesanos de Schoenstatt en Puerto Rico. Su misión es formar las vocaciones sacerdotales y a los sacerdotes y regalarle a ellos y a todos los peregrinos las tres gracias especiales: el cobijamiento espiritual, la transformación interior y el envió apostólico.

Cenáculo, lugar del espíritu, lugar donde se forman aquellos que son los discípulos de Jesús, junto con María y orando con María. Cenáculo, porque desde el inicio este santuario ha estado ligado a la oración y al ejercicio sacerdotal, a la formación de los sacerdotes. Oramos aquí desde siempre para los sacerdotes y es el lugar de encuentro para sacerdotes schoenstattianos. Cenáculo de la Inmaculada porque es el lugar donde se forman los apóstoles laicos para los nuevos tiempos, que es el gran ideal que tenemos en Schoenstatt.

Es un cenáculo para educar el hombre nuevo en la nueva comunidad, personalidades libres, recias, sacerdotales. Cenáculo de la Inmaculada; la Inmaculada fue desde el inicio un ideal en Schoenstatt y nosotros miramos el cuadro de nuestra Señora, la Madre Tres Veces Admirable, como un cuadro de la Inmaculada.

El P. Kentenich nos decía que el terreno de la Inmaculada es el terreno donde nace Schoenstatt y Ella nos reúne e implora con nosotros el Espíritu Santo para dar a Cristo a los nuevos tiempos. "Madre del Redentor" le decimos y todavía forma parte de nuestro ideal de santuario porque al inicio estuvo el Año Mariano 87-88 mientras se va preparando un nuevo milenio.

Con María también nosotros nacimos y en ese Año Mariano se nos regaló la Encíclica 'Madre del Redentor' por el Papa Juan Pablo II. Una encíclica que habla de María en el Plan de la Salvación que era el mismo tema que el fundador, el Padre José Kentenich, tanta veces habló: descubrir el plan que Dios ha tenido con María y la misión que tiene María para nosotros y queremos desde este Santuario proclamarla siempre". (P. Portalatín)

Antes de que cumpliera el primer año de su bendición, el santuario fue amenazado por el huracán Hugo. La noche previa a la llegada del ciclón, la Familia hizo una rogativa y formó un círculo de oración alrededor del santuario. Se le  ofreció la corona a la MTA a cambio de que ella protegiera el santuario del mal tiempo que se avecinaba. El resultado fue que el huracán se desvió y no hizo daño alguno al santuario como tampoco a la parte sur de Puerto Rico.

El 8 de diciembre de 1990 se corona a nuestra Madre y Reina. Se coloca un huracán en el centro de su corona, para que siempre recordemos que ella es Madre y Reina, 'siempre victoriosa, tres veces admirable también en el huracán'.
El 7 de diciembre de 1991, se coloca el símbolo del Espíritu Santo como un regalo especial de la Unión o  Federación de Señoritas.

El 19 de marzo de 1992 se bendice y se coloca la estatua de San José, prototipo del hombre nuevo. También se bendice la Cruz de la Nueva Evangelización por motivo de los 500 años de la Evangelización de América.

El 8 de diciembre de 1993, el Rvdo. Diacono Fernando Pérez fue ordenado en el santuario para dar servicio aquí.

El 26 de febrero de 1995 se bendice y se coloca el Ojo del Padre que representa la mirada providente de Dios Padre y la nueva presencia de nuestro fundador, el P. José Kentenich.

El 22 de marzo de 1995, dan comienzo las caminatas anuales desde la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico en Ponce hasta nuestro santuario. Los caminantes rezan el Santo Rosario y cantan canciones marianas. Participa el obispo diocesano, sacerdotes, religiosas, profesores, estudiantes y peregrinos.

El 8 de diciembre de 1998,  en el Año del Espíritu Santo, se le entregó el cetro a María, poniendo toda la confianza en su poder de reina, para que nos devolviera al Padre Guillermo Ester a Puerto Rico.

En el 2005, llega al Santuario el Padre Francisco García para ejercer como administrador y Rector del Santuario.

En abril del 2006, el P. Guillermo regresa a Puerto Rico, concelebrando la Santa Misa en nuestro santuario.

El 31 de Mayo, se corona el cuadro de la Mater del salón del Padre, como reina de la educación sacerdotal y la paz del mundo.

El 6 de diciembre de 2009, el símbolo del Padre, que sería colocado en el Santuario Original, llegó a  nuestro santuario, para peregrinar en toda la diócesis de Ponce y estuvo con nosotros hasta el 15 de diciembre de 2009.

El 19 de marzo 2013, se entronizó la MTA como Reina y Educadora de toda la familia pionera.

El 9 de septiembre del 2013, se re entroniza el cuadro del salón del Padre y se vuelve a coronar a la MTA como Reina Inmaculada de la familia solidaria y también se colocó el 'Ver Sacrun' en dicho salón. El siguiente 8 de diciembre, celebramos con toda la Familia de Puerto Rico el vigésimo quinto (25) aniversario de la bendición de nuestro santuario.

Luego que el P. Francisco cesara en sus funciones, nuestro santuario lo dirigió el P. Eladio Díaz y más adelante el Diácono Fernando Pérez fue designado como sucesor en la administración, mientras el P. Angel Berríos fue nombrado sacerdote residente, función que desempeñó por más de un año.

El 30 de agosto de 2014, llega aquí procedente de los Estados Unidos el P. Hilario José Gutiérrez Burgos para asumir la responsabilidad de la Rectoría de este santo lugar.

Las actividades que se han desarrollado durante estos últimos meses son muy significativas.  El Año Jubilar fue un período de grandes y ricas experiencias; participamos de las Indulgencias Plenarias, preparamos y celebramos con gran entusiasmo los cien (100) años de la Alianza de Amor, un grupo de féminas hizo su Alianza de Amor a través de las ramas de Madres y Señoras y una nutrida delegación de nuestro santuario participó de las celebraciones en Alemania y Roma; los demás lo hicimos desde aquí a través de una pantalla gigante.

Mediante la novena 'Audaz en el Riesgo', nos preparamos espiritualmente para la celebración del vigésimo sexto aniversario de la bendición del Santuario.  Este evento se puede definir sencillamente como algo grandioso. El Obispo Félix Lázaro, el P. Hilario José, otros sacerdotes, diáconos, hermanas religiosas, toda la Familia de Schoenstatt y peregrinos, quedamos maravillados de la hermosura de esta Eucaristía de acción de gracias.
     
Por eso con el salmista decimos: "El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres" y con nuestro  Padre Fundador: "Alegres por la esperanza, seguros de la victoria con María hacia los más nuevos tiempos".

Por:  Braulio Mejía
Encargado de la Obra Familiar
Diócesis de Ponce
                                                                                                                                                            

jueves, 11 de diciembre de 2014

Cheque por un Millón de Rosarios a la Santísima Virgen María

El pasado lunes, 8 de diciembre de 2014, fue entregado el cheque de un Millón de Rosarios a la Santísima Virgen María como un acto de amor a ella y para pedir su intercesión por la familia puertorriqueña y del mundo y para que de Ella surjan abundantes y santas vocaciones. El Rosario es la oración predilecta de la Madres Tres Veces Admirable.  
Es a través de la meditación de los misterios que la Madre de Dios nos enseña a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor.

Texto íntegro de la Homilía del Obispo de Ponce, Mons. Félix Lázaro Martínez, en 26 aniversario de nuestro Santuario

La fiesta de la Inmaculada Concepción de María es motivo de mucha alegría por haber sido concebida sin pecado, la que estaba llamada a ser la Madre de Dios, que es el título más grande de María. 

A continuación incluimos el texto íntegro de la homilía que ofreció Monseñor Félix Lázaro Martínez, Obispo Titular de la Diócesis de Ponce, Puerto Rico, en ocasión de la Misa por el 26 aniversario de nuestro Santuario de la Madre Tres Veces Admirable de Juana Díaz, bendecido el 8 de diciembre de 1988.
 



MARIA INMACULADA

Hace hoy 160 años, fue el 8 de diciembre de 1854, que el Papa Pío IX, públicamente, en la Plaza de San Pedro, proclamó solemnemente el Dogma de la Inmaculada Concepción con estas palabras: “Declaramos que, la doctrina que dice que María fue concebida sin pecado original, es doctrina revelada por Dios, y  que a todos obliga a creerla como dogma de fe”.

María fue libre de pecado desde el primer momento de su concepción, por una gracia especial de Dios. Fue preservada del pecado original, en previsión de los méritos redentores de Cristo, “ante praevisa merita”.

 A nosotros se nos perdonan y borran los pecados, incluido el pecado original,después de la redención de Cristo. María fue preservada de todo pecado, antes de que aconteciera la redención,pero siempre gracias a los méritos de Cristo.

La fiesta de la Inmaculada Concepción de María es motivo de mucha alegría.

Primero, por haber sido concebida sin pecado, la que estaba llamada a ser la Madre de Dios, que es el título más grande de María.  Por ser Madre de Dios, convenía que no conociera pecado alguno, que fuese toda pura, toda inmaculada. Así como convenía que no conociera tampoco la corrupción del sepulcro, que fuera preservada de toda corrupción, y fuese Asunta al Cielo.

Segundo, por serla Reina, la Inmaculada Concepción,  la Santísima Virgen María, la Madre de Dios.

 Tercero, porque además de ser Madre de Dios, es también Madre nuestra. Y celebrar a nuestra madre es siempre motivo de alegría.

Hay, además,  otras razones. El Papa Pablo VI en su Carta “MarialisCultus”, la propone como modelo y espejo, en el que mirarnos los cristianos, en este tiempo del Adviento., “al considerar el inefable amor con que la Virgen Madre esperó al Hijo”. 


Hay quien dice que la fiesta de la Inmaculada Concepción es la fiesta de la Virgen del Adviento. Los cristianos que participan y viven la liturgia y el espíritu del Advientohan visto en María un modelo  de oración, de vigilancia, y de espera, ante la venida del Salvador.

De ahí que la fiesta de la Inmaculada Concepción no sea una fiesta independiente del Adviento. Por el contrario, cuadra perfectamente dentro de su significado y contenido. Porque nadie como Ella, la llamada aser la Madre del Altísimo, la Madre de Dios, vivió y experimentó la llegadade Jesús y la esperanza de su venida.

Podemos decir que forma parte del Adviento; es pieza clave del Adviento, porque es, a través de Ella, que nace Jesús.Lo atestigua San Pablo en la Carta a los Gálatas: “Llegada la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo,nacido de mujer, y fue sometido a la Ley para liberar a todos los que estaban sometidos a la Ley”.

La fiesta de la Inmaculada Concepción  debiera ser para todo cristiano que se dispone a celebrar el Nacimiento de Jesús, invitacióna vivir el Adviento, a ejemplo de María, en espera, vigilantes, en oración, y cantando su alabanza.


Y como  decía Juan Bautista,  ayer domingo, hay que preparar en el desierto los caminos del Señor; también el cristiano debe disponerse a preparar los caminos  para la venida del Señor.Cuando un rey o un personaje importante visitaba una ciudad, se preparaban y limpiaban los caminos de la arena y de las hojarascas caídas que los cubrían.


En el Adviento se nos invita a limpiar los caminos del espíritu, de las hojarascas, areniscas y telarañas  de nuestras envidias, lujurias, venganzas, perezas, egoísmos, orgullos, soberbias, iras, y de todo lo escabroso y torcido.

La fiesta de la Inmaculada pone a María a nuestro lado, para enseñarnos cómo acoger a Jesús que llega, cómo abrirnos a su presencia, cómo estar a la escucha de su palabra.

Otro aspecto interesante que subrayaren la fiesta de la Inmaculada Concepción es la  llamada o invitación a la vida de la gracia, a la pureza, y a una intensa vida cristiana. La verdadera celebración de la fiesta no consiste sólo en conocer el dogma,  sino que nos debe llevar a imitar a María. No quedarnos sólo mirando a María como un ser celestial, maravilloso, sino ver en Ella nuestra propia identidad cristiana y el modelo que seguir e imitar.

Qué pocas veces se escucha hablar de pureza, de santidad, de vida cristiana. Nos quedamos en la ladera de la montaña, en simplemente, a lo más, se nos insiste en  evitar el pecado; pero como que no nos atrevemos a subir a la cima, a escalar las altas cumbres de la santidad, a llevar una vida de gracia y de pureza. Parece ser como si eso fuera sólo para los santos. Y ciertamente lo es. Pero es que todos estamos llamados a la santidad.

Vivimos en un mundo contaminado por el sexo, la droga, el consumismo y el hedonismo. En el que el dinero y las riquezas y el materialismo es lo que priva. En el que se valora más el tener que el ser. En el que el pecado ha adquirido carta de ciudadanía.

Estamos necesitados del aire refrescante de la pureza y de la gracia. Necesitados de un hálito espiritual que nos libere del infierno material y carnal en el que estamos sumidos.
La fiesta de la Inmaculada emerge en el Adviento como el faro que ilumina el camino que lleva a Belén.

Estamos viviendo en un mundo en el que apenas se menciona el Adviento y sí se menciona la Navidad; se trata de una navidad vacía, llena de luces multicolores que adornan nuestras casas, plazas y caminos; de trullas y parrandas; de tarjetas de felicitación desprovistas las más de las veces,  de todo simbolismo religioso; de músicas estridentes y mundanas; de relaciones comerciales que invitan a una felicidad pasajera, efímera. Pero en la que falta Jesús.

A  veces tengo la impresión de que se han cambiado las figuras del nacimiento representando la escena de Belén por el árbol decorativo, y al Niño Jesús lo hemos camuflado por papá Noel. Y como  que se va perdiendo el sentido religioso de la Navidad.

Me dirán ¿Y qué tiene que ver todo esto con la Inmaculada Concepción? Tiene que ver y mucho. Porque nunca podremos entender por qué María fue concebida sin pecado, si no es en relación al Mesías que anunciaron los profetas, el que tenía que venir. Nunca podremos entender el rol de Madre que corresponde a María, si no es en función del Hijo que de ella había de nacer, Cristo Jesús, el Hijo de Dios.

Finalmente, María Inmaculada emerge como el modelo de acuerdo al que Dios quiere modelar a cada uno:

Ella, María, es la pionera de la obra de la redención. Ella es la obra maestra de Dios. En ella puede verse el resultado victorioso de lo que acontece cuando alguien consiente que Dios intervenga en la propia vida y hasta dónde puede llegar la acción de Dios.

María Inmaculada es la puerta que abre el camino hacia Belén, y  nadie mejor que ella, para mostrarnos el fruto bendito de su vientre, Jesús.

Mons. Félix Lázaro Martínez, Sch.P.
Obispo de Ponce

martes, 9 de diciembre de 2014

Celebración de la festividad de la Inmaculada Concepción y nuestro aniversario bajo una catedral natural

El escenario para la celebración eucarística en la festividad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María y la efemérides de nuestro Santuario de Juana Díaz fue tan hermoso que Mons. Félix Lázaro Martínez, Obispo Titular de Ponce, lo definió con las siguientes palabras: "Celebrar estos 26 años nunca imaginé que lo haría bajo esta catedral natural que Dios mismo ha preparado".

Monseñor Lázaro Martínez presidió la Santa Misa del aniversario 26 de la bendición de nuestro Santuario "Cenáculo de la Inmaculada Madre del Redentor", y fue acompañado por el P. Hilario José Gutiérrez Burgos, Rector; así como por Monseñor Santiago y el P. Angel Berríos, Párroco de Villalba y anteriormente rector interino de este hermoso lugar de oración.

La fiesta de la Inmaculada Concepción de María es motivo de mucha alegría. "Y celebrar a nuestra madre es siempre motivo de alegría", dijo Lázaro Martínez ante aproximadamente 300 personas que acudieron al Santuario.

"Hace hoy 160 años, fue el 8 de diciembre de 1854, que el Papa Pío IX, públicamente, en la Plaza de San Pedro, proclamó solemnemente el Dogma de la Inmaculada Concepción con estas palabras: "Declaramos que, la doctrina que dice que María fue concebida sin pecado original, es doctrina revelada por Dios, y  que a todos obliga a creerla como dogma de fe", recordó Lázaro Martínez.

"María fue libre de pecado desde el primer momento de su concepción, por una gracia especial de Dios. Fue preservada del pecado original, en previsión de los méritos redentores de Cristo, 'ante praevisa merita'. A nosotros se nos perdonan y borran los pecados, incluido el pecado original, después de la redención de Cristo".

"Hay, además,  otras razones. El Papa Pablo VI en su Carta "Marialis Cultus", la propone como modelo y espejo, en el que mirarnos los cristianos, en este tiempo del Adviento., "al considerar el inefable amor con que la Virgen Madre esperó al Hijo", agregó.

El prelado comentó que hay quien dice que la fiesta de la Inmaculada Concepción es la fiesta de la Virgen del Adviento. Los cristianos que participan y viven la liturgia y el espíritu del Adviento han visto en María un modelo  de oración, de vigilancia, y de espera, ante la venida del Salvador.
"De ahí que la fiesta de la Inmaculada Concepción no sea una fiesta independiente del Adviento". "Por el contrario", aclaró, "cuadra perfectamente dentro de su significado y contenido. Porque nadie como Ella, la llamada a ser la Madre del Altísimo, la Madre de Dios, vivió y experimentó la llegada de Jesús y la esperanza de su venida. Podemos decir que forma parte del Adviento; es pieza clave del Adviento, porque es, a través de Ella, que nace Jesús".

El Obispo de la Diócesis de Ponce invitó que la fiesta de la Inmaculada Concepción debiera ser para todo cristiano que se dispone a celebrar el Nacimiento de Jesús, un estímulo a vivir el Adviento, a ejemplo de María, en espera, vigilantes, en oración, y cantando su alabanza.
"En el Adviento se nos invita a limpiar los caminos del espíritu, de las hojarascas, areniscas y telarañas  de nuestras envidias, lujurias, venganzas, perezas, egoísmos, orgullos, soberbias, iras, y de todo lo escabroso y torcido", conminó.

A renglón seguido apuntó que otro aspecto interesante que subrayar en la fiesta de la Inmaculada Concepción es la  llamada o invitación a la vida de la gracia, a la pureza, y a una intensa vida cristiana. "La verdadera celebración de la fiesta no consiste sólo en conocer el dogma,  sino que nos debe llevar a imitar a María. No quedarnos sólo mirando a María como un ser celestial, maravilloso, sino ver en Ella nuestra propia identidad cristiana y el modelo que seguir e imitar".

Monseñor Lázaro Martínez lamentó que "vivimos en un mundo contaminado por el sexo, la droga, el consumismo y el hedonismo. En el que el dinero y las riquezas y el materialismo es lo que priva. En el que se valora más el tener que el ser. En el que el pecado ha adquirido carta de ciudadanía".
"Necesitados de un hálito espiritual que nos libere del infierno material y carnal en el que estamos sumidos", expresó.

A continuación abundó que estamos viviendo en un mundo en el que apenas se menciona el Adviento y sí se menciona la Navidad; "se trata de una navidad vacía, llena de luces multicolores que adornan nuestras casas, plazas y caminos; de trullas y parrandas; de tarjetas de felicitación desprovistas las más de las veces,  de todo simbolismo religioso; de músicas estridentes y mundanas; de relaciones comerciales que invitan a una felicidad pasajera, efímera. Pero en la que falta Jesús".

"Y como que se va perdiendo el sentido religioso de la Navidad", exclamó.

La Familia de Schoenstatt obsequió al Obispo con una hermosa imagen de la Mater Peregrina, tallada por confinados del sistema carcelario puertorriqueño, similar a la entregada al Papa Francisco en octubre pasado en Roma en ocasión del festejo del centenario del Movimiento de Schoenstatt.

El P. Hilario José agradeció de la manera más sincera la presencia del obispo en esta magna celebración. De modo similar lo hizo con los compañeros sacerdotes presentes, diáconos y ministros y todos aquellos de la Familia y peregrinos que, generosamente, accedieron a la invitación.

Aprovechó, además, para agradecer a la Santísima Virgen Maria el aniversario 21 de la ordenación diaconal de Fernando Pérez, ausente por razón de enfermedad. También recordó al Padre Guillermo Ester, instrumento eficaz a quien la Madre de Dios eligió "para ser el motor impulsor de esta obra".

"El Padre José Kentenich, en el Cielo, debe estar sumamente contento al ver que su ideal y la confianza que depositó en las manos de la Santísima Virgen María, nuestra Madre Tres Veces Admirable, Reina y Vencedora de Schoenstatt, sigue siendo una realizad en nuestro querido pueblo puertorriqueño. Que Dios nos bendiga a todos", fueron sus palabras finales y todos renovamos nuestra Alianza de Amor.