miércoles, 17 de febrero de 2016

Nuestra hermana y colaboradora en nuestro Santuario, Carmen Rodríguez, fue llamada por el Señor


El Padre Hilario José Gutiérrez Burgos, Rector del Santuario de Schoenstatt de Juana Díaz, comunica el fallecimiento de nuestra hermana, Carmen Rodríguez (en las fotos con blusa azul), miembro de la nuestra Familia y colaboradora incansable en nuestro santuario.

Nuestro fundador, el Padre José Kentenich, nos dijo "Creo firmemente que nunca perecerá quien permanece fiel a su Alianza de amor". Aquí también se hace realidad y como diría el Padre "Serví y mi recompensa fue la paz".

"Schoenstatt: por ti yo vivo
Schoenstatt: por ti yo muero.
Schoenstatt: soy tuyo en vida y en muerte".

martes, 16 de febrero de 2016

El Papa en Tuxtla Gutiérrez: “que la Familia, no se pierda por la precariedad y la soledad”

(RV).- "Prefiero una familia herida, que intenta todos los días conjugar el amor, a una sociedad enferma por el encierro y la comodidad del miedo a amar. Prefiero una familia que una y otra vez intenta volver a empezar a una sociedad narcisista y obsesionada por el lujo y el confort", lo dijo el Papa Francisco en su discurso en el Encuentro con las Familias celebrado en el Estadio «Víctor Manuel Reyna», de Tuxtla Gutiérrez en México.
En su discurso, el Santo Padre señaló que es necesario seguir confiando en Dios para tener "motivos para seguir apostando, soñando y construyendo una vida que tenga sabor a hogar, a familia". Porque su nombre es amor, su nombre es donación, su nombre es entrega, su nombre es misericordia. Porque Él es capaz, dijo el Papa, "de transformar nuestras miradas, nuestras actitudes, nuestros sentimientos muchas veces aguados en vino de fiesta".
Respondiendo a las dificultades que las familias deben afrontar en nuestros días, el Obispo de Roma señaló que debemos luchar contra la precariedad y la soledad. Sobre todo contra la precariedad que nace de la soledad y el aislamiento. Y para ello, se necesita "legislaciones que protejan y garanticen los mínimos necesarios para que cada hogar y para que cada persona pueda desarrollarse por medio del estudio y un trabajo digno. Por otro lado, transmitir el amor de Dios que habían experimentado en el servicio y en la entrega a los demás. Leyes y compromiso personal – dijo el Papa – son un buen binomio para romper la espiral de la precariedad".
(Renato Martinez – Radio Vaticano)
Texto y audio completo del discurso del Papa Francisco a las Familias
 
Queridos Hermanos y Hermanas
Quiero dar gracias por estar en esta tierra chiapaneca. Es bueno estar en este suelo, es bueno estar en esta tierra, es bueno estar en este lugar que con ustedes tiene sabor a familia, a hogar. Gracias le doy a Dios por sus rostros y presencia, gracias doy a Dios por el palpitar de su presencia en sus familias. Gracias también a ustedes, familias y amigos, que nos han regalado sus testimonios, que nos han abierto las puertas de sus casas, de sus vidas; nos han permitido estar en sus «mesas» compartiendo el pan que los alimenta y el sudor frente a las dificultades cotidianas. El pan de las alegrías, de la esperanza, de los sueños y el sudor frente a las amarguras, la desilusión y las caídas. Gracias por permitirnos entrar en sus familias, en su mesa, en su hogar.
Manuel, gracias por tu testimonio y especialmente por tu ejemplo. Me gustó esa expresión que usaste: «Echarle ganas», como la actitud que tomaste después de hablar con tus padres. Comenzaste a echarle ganas a la vida, echarle ganas a tu familia, echar ganas entre tus amigos; y nos has echado ganas a nosotros aquí reunidos. Creo que es lo que el Espíritu Santo siempre quiere hacer en medio nuestro: echarnos ganas, regalarnos motivos para seguir apostando, soñando y construyendo una vida que tenga sabor a hogar, a familia.
Y es lo que el Padre Dios siempre ha soñado y por lo que desde tiempos lejanos ha peleado. Cuando parecía todo perdido esa tarde en el jardín del Edén, el Padre Dios le echó ganas a esa joven pareja y le dijo que no todo estaba perdido. Cuando el Pueblo de Israel sentía que no daba más en el camino por el desierto, el Padre Dios le echó ganas con el maná. Cuando llegó la plenitud de los tiempos, el Padre Dios le echó ganas a la humanidad para siempre dándonos a su Hijo.
De la misma manera, todos los que estamos acá hemos hecho experiencia de eso, en muchos momentos y de diferentes formas: el Padre Dios le ha echado ganas a nuestra vida. Podemos preguntarnos: ¿Por qué?
Porque no sabe hacer otra cosa. Él sabe echarnos ganas, ¿por qué? Porque su nombre es amor, su nombre es donación, su nombre es entrega, su nombre es misericordia. Eso nos lo ha manifestado con toda fuerza y claridad en Jesús, su Hijo, que se la jugó hasta el extremo para volver hacer posible el Reino de Dios. Un Reino que nos invita a participar de esa nueva lógica, que pone en movimiento una dinámica capaz de abrir los cielos, capaz de abrir nuestros corazones, nuestras mentes, nuestras manos y desafiarnos con nuevos horizontes. Un reino que sabe de familia, que sabe de vida compartida. En Jesús y con Jesús ese reino es posible. Él es capaz de transformar nuestras miradas, nuestras actitudes, nuestros sentimientos muchas veces aguados en vino de fiesta. Él es capaz de sanar nuestros corazones e invitarnos una y otra vez, setenta veces siete, a volver a empezar. Él es capaz de hacer siempre nuevas todas las cosas.
Me pediste, Manuel, que rezara por muchos adolescentes que están desanimados y en malos pasos. Muchos adolescentes sin ánimo, sin fuerza, sin ganas. Y, como bien dijiste, muchas veces esa actitud nace porque se sienten solos, porque no tienen con quien hablar. Y eso me recordó el testimonio que nos regaló Beatriz. Si mal no recuerdo, Beatriz, vos dijiste: «La lucha siempre ha sido difícil por la precariedad y la soledad». La precariedad, la escasez, el no tener muchas veces lo mínimo nos puede desesperar, nos puede hacer sentir una angustia fuerte ya que no sabemos cómo hacer para salir adelante y más cuando tenemos hijos a cargo. La precariedad no sólo amenaza el estómago (y eso es ya decir mucho), sino que puede amenazar el alma, nos puede desmotivar, sacar fuerza y tentar con caminos o alternativas de aparente solución, pero que al final no solucionan nada. Existe una precariedad que puede ser muy peligrosa, que se nos puede ir colando sin darnos cuenta, es la precariedad que nace de la soledad y el aislamiento. Y el aislamiento siempre es un mal consejero.
Ambos usaron sin darse cuenta la misma expresión, ambos nos muestran cómo muchas veces la mayor tentación a la que nos enfrentamos es «cortarnos solos» y lejos de «echarle ganas»; esa actitud es como una polilla que nos va secando el alma.
La forma de combatir esta precariedad y aislamiento, que nos deja vulnerables a tantas aparentes soluciones, se tiene que dar a distintos niveles. Una es por medio de legislaciones que protejan y garanticen los mínimos necesarios para que cada hogar y para que cada persona pueda desarrollarse por medio del estudio y un trabajo digno. Por otro lado, como bien lo resaltaba el testimonio de Humberto y Claudia cuando nos decían que buscaban la manera de transmitir el amor de Dios que habían experimentado en el servicio y en la entrega a los demás. Leyes y compromiso personal son un buen binomio para romper la espiral de la precariedad.
Hoy en día vemos y vivimos por distintos frentes cómo la familia está siendo debilitada, cuestionada. Cómo se cree que es un modelo que ya pasó y que no tiene espacio en nuestras sociedades que, bajo la pretensión de modernidad, propician cada vez más un modelo basado en el aislamiento.
Es cierto, vivir en familia no siempre es fácil, muchas veces es doloroso y fatigoso, pero creo que se puede aplicar a la familia lo que más de una vez he referido a la Iglesia: prefiero una familia herida, que intenta todos los días conjugar el amor, a una sociedad enferma por el encierro y la comodidad del miedo a amar. Prefiero una familia que una y otra vez intenta volver a empezar a una sociedad narcisista y obsesionada por el lujo y el confort. Prefiero una familia con rostro cansado por la entrega a rostros maquillados que no han sabido de ternura y compasión.
Me han pedido que rezara por ustedes y quiero empezar a hacerlo ahora mismo, con ustedes. Ustedes queridos mexicanos tienen un plus, corren con ventaja. Tienen a la madre: la Guadalupana quiso visitar estas tierras y eso nos da la certeza de tener su intercesión para que este sueño llamado familia no se pierda por la precariedad y la soledad. Ella está siempre dispuesta a defender nuestras familias, nuestro futuro; está siempre dispuesta a «echarle ganas» dándonos a su Hijo. Por eso, los invito a tomarnos las manos y decir juntos: Dios te salve María….

Momentos de Francisco en México

    FRANCISCO EN MÉXICO •
Francisco en la tierra de la Virgen de Guadalupe. Mensajes y gestos fuertes. Menciona la corrupción, el narcotráfico, la exclusión, la violencia, el tráfico de personas, los secuestros… todos los problemas, pide una política auténticamente humana y una sociedad en la que nadie se sienta victima de la cultura del descarte.
"Dios les pide tener una mirada capaz de interpretar la pregunta que grita en el corazón de vuestra gente… No se necesitan príncipes, sino una comunidad de testigos del Señor", les dice a los obispos. "¡Si tienen que pelearse, peléense!, ¡si tienen que decir cosas, que se las digan en la cara!" "Les ruego no caer en la paralización de dar viejas respuestas a nuevas demandas. ¡Ay de Uds. si se duermen en los laureles!"
No menos fuertes son los encuentros.
Se siente la bendición que surge de la cultura del encuentro: del encuentro entre el Santo Padre y el Santo Pueblo de Dios, del encuentro entre culturas y pueblos (nunca la palabra "mestiza" tuvo este tono de especial), el encuentro entre San Juan Diego y la Virgen, del encuentro de Dios y cada ser humano, querido por Él como hijo.
Hubo gestos de encuentro especiales en este primer día en México. Cuando Francisco el viernes muy tarde, y después de un largo viaje y del encuentro histórico con Kiril, llegó a la Nunciatura, lo esperaban cientos de personas. No estaba previsto en el programa. Ya pasada la medianoche, el Papa salió a saludar: estuvo con esos cientos de personas durante unos diez minutos, rezó con ellas y las bendijo, para luego dirigirles algunas palabras.
Francisco pidió a los presentes rezar "por las personas que quiero y también las que no quiero y por las que están enojadas, tienen celos o envidia".
El Papa exhortó además a rezarle a la Madre de Dios por todos "los que nos han hecho mal" ya que el "Señor nos va a dar la fuerza" para hacerlo.
Francisco los bendijo y les recordó "que mañana es sábado, es un día medio libre y pasado mañana es domingo y es un día libre y tenemos muchas actividades. Tenemos que estar todos descansados".
"Mañana nos volveremos a encontrar, pero no se olviden, mientras van a casa y antes de dormir, recuerden esos rostros: las personas que quieren, las que no nos quieren, y a las que  nos han hecho daño, para que la Virgen los bendiga".
"Adiós, buen descanso, que Dios los bendiga", concluyó.
Una gran fiesta
Fue el broche de oro de la tan esperada llegada del Santo Padre a México. Llegó al aeropuerto internacional Benito Juárez a bordo del avión de Alitalia a las 19,24 (hora local).
En medio de un gran ambiente de fiesta, marcado por los bailes y los cantos tradicionales como el popular "Cielito lindo" y con estribillos como "¡Se ve, se siente, el Papa está presente!" y "¡Esta es la juventud del Papa!", los mexicanos recibieron al Pontífice, la séptima vez que un Papa visita a esta nación.
Los cientos de asistentes prendieron sus celulares a manera de "antorchas" mientras diversos artistas interpretaban la canción "Luz".
Un alegre grupo tocó y bailó "El son de la negra" mientras el Papa conversaba animadamente con el mandatario mexicano y su esposa.
Rompiendo el protocolo, como suele hacer, el Santo Padre se acercó al coro de niños y artistas como Cristian Castro, Pedro Fernández, Lucero, Diego Verdaguer, entre otros. Pasó lo mismo que en el aeropuerto de Asunción, Paraguay: al verlo acercarse los pequeños corrieron a abrazar al Pontífice.
Antes de dejarlos, el Papa bendijo a todo el grupo y comenzó a caminar hacia las gradas en donde estaban miles de fieles a quienes también bendijo.
En su paso por las tribunas el Papa besó y le dedicó unos segundos a un niño con discapacidad.
El director del grupo de mariachis presente en el aeropuerto se acercó al Pontífice y, luego de pedirle que se ponga el sombrero característico que llevaba, conversó brevemente con él.
Un clásico
Como ya es casi una costumbre, Francisco cambió el papamóvil por un Fiat 500L color blanco para regresar a la Nunciatura Apostólica, tras una mañana llena de actividades en el corazón de la capital de México.
Después de un largo discurso dirigido a los obispos en la Catedral Metropolitana, el pontífice abordó el pequeño vehículo para recorrer los 13,5 kilómetros hacia la residencia ubicada en el sur de la capital.
Ya tiene su segundo sombrero… Se hace mexicano entre los mexicanos.
Parece tener todo el tiempo del mundo para cada encuentro. Algo muy jesuita. San Ignacio les dijo a sus sacerdotes que nunca le dejen sentir a una persona que están apurados…
En todo el gran mensaje: "Vengo como misionero de misericordia y paz, pero también como hijo que quiere rendir homenaje a su madre, la Virgen de Guadalupe."
(Tomado de: Padres de Schoenstatt Internacional)

¿Qué nos lleva a ser misericordiosos?

Por Lucía Zamora
El Papa Francisco ha convocado a un año Santo extraordinario, para darnos la oportunidad de encontrarnos nuevamente al amor de Dios; despertar conciencias y así entregar con agradecimiento nuestros pensamientos, acciones y sentimientos, a ese Padre que lucha día con día, por permanecer en el corazón de hombres y mujeres, que sufrimos los espejismos de un mundo distante al sentir humano. Ha regresado a nuestro vocabulario la palabra "Misericordia" la cual ha ido desapareciendo no solo del lenguaje, sino que también se ha ido borrando poco a poco del corazón. Ahora solo podemos ver noticias de muerte en todos los sentidos. Se muere de hambre, de soledad, angustia y tristeza; morimos día a día, tan solo por el hecho de no hacer nada por nadie, ni por nosotros mismos; nos dejamos caer en el abandono, esperando que alguien nos levante así sin más ni más. Dejamos de vivir al juzgar la vida de los demás sin apreciar la nuestra; nos convertimos en asesinos de ilusiones, porque la envidia se apodera de la voluntad de Dios.
Ser misericordioso va más allá del dar solo por lástima, es experimentar el amor de Dios que regala el perdón y el agradecimiento tan solo por ser sus hijos. Confía y nos goza a pesar de las faltas que pudiéramos tener. Es nuestro deber como Cristianos, proclamar su voluntad a aquellos que viven en la ignorancia de su palabra ¿Cuántos crímenes como el aborto se evitarían si nos diéramos el tiempo de hablar de su infinita misericordia? Ni siquiera podemos descubrir hasta dónde puede llegar nuestra voz, porque el mundo grita cada vez más fuerte que la felicidad esta en las cosas y no en las personas. Tristemente ante este ruido elegimos el silencio, la ceguera y por lo tanto la exclusión.
Para poder tocar el amor de Dios, es necesario regresar la mirada a momentos de nuestra vida, donde la fragilidad del corazón ha estado en sus manos. Hace unos días, viendo el tema del "Padre Nuestro" pedí a un grupo de señoras compartiera algún recuerdo de sus papás. Me sorprendió como al escuchar la instrucción les cambio el semblante. Todas hablaron de una manera dulce y tierna de ellos. Ningún relato fue parecido, pero todas expresaban en su mirada, un gran amor y un inmenso agradecimiento hacia esos hombres que las vieron crecer. El padre de una de ellas, aún es duce y cariños; otro a pesar de su edad (más de 80) le siguen gustando los deportes extremos; no podía faltar el papá simpático y ocurrente; el que regañaba y luego se arrepentía con un beso, o aquel que simplemente disfrutaba vernos pasear en bicicleta. Todas recordamos momentos de la niñez; curiosamente hablamos de sus manos, porque las veíamos grandes y fuertes. Seguramente nos veían tan pequeñas e indefensas, que nos sujetaban con fuerza para no perdernos, para evitar alguna caída, para guiarnos o simplemente para disfrutarnos.
Esta experiencia, nos abrió los ojos para poder apreciar todo aquello que Dios nuestro Padre ha puesto por amor en cada uno de nosotros; a reconocer esos actos de injusticia que hemos cometido y que Él con su inmensa misericordia ha perdonado. A recordar la grandeza de su cariño en esas fuertes y sensibles manos, que nos han sujetado desde el momento en que fuimos concebidos. Despertamos y reaccionamos a estos pequeños e interminables gestos de amor, que poco a poco nos fueron transformando en hombres y mujeres de bien. Actos de un Padre amoroso que hemos dejado en el recuerdo. Olvidamos que la herencia es este amor mismo, por el cual estamos llamados a seguirlo, cultivando de la misma manera a aquellos que vienen detrás de nosotros.
Hablar de nuestros papás, fue una muy bonita experiencia, pues así es el "Padre" en el cielo, el que nos sujeta fuertemente para no perdernos, y a la vez, nos libera en una bicicleta para encontrar el equilibrio después de varias caídas. Nos encontramos con un Padre amoroso, ocurrente, justo y valiente, que nos ofrece su amor incondicional en sus fuertes manos llenas de misericordia, para poder entregarla con el corazón encendido a los más necesitados, no por las apariencias ni por lástima, sino por la necesidad que alberga en el espíritu de agradecer.
Ahora nuestros hijos muestran lo que por amor hemos puesto a su alcance. Esas pequeñas gotitas de cariño y generosidad que se escapan del corazón, para formar dentro de ellos un espíritu misionero. Lo hemos hecho poco a poco y sin darnos cuenta, tal como el Padre lo sigue haciendo en cada uno de nosotros.
Esta es la misión... continuar regalando lo que Él ha depositado en cada uno de sus hijos y no dejarlo en el baúl de los recuerdos. Debemos enriquecer los actos misericordiosos, para que no se queden en simples gestos de conveniencia e hipocresía, sino que revelen a los demás, un amor puro que solo viene de Dios. La Iglesia nos ofrece este encuentro con Él, para que la palabra "misericordia" ocupe un lugar importante no solo en el diccionario, también en el corazón del mundo, la cual vencerá verdaderamente la pobreza de la humanidad.
(Tomado de:Schoenstatt Vivo/Diario Interactivo)