La Conferencia Episcopal Puertorriqueña (CEP) rechazó la aprobación del matrimonio gay en Estados Unidos, sentenciada por el Tribunal Supremo de aquel país, al asegurar que esta normativa es "claramente contraria" a los valores del pueblo de Puerto Rico.
Si bien los puertorriqueños cuentan con ciudadanía estadounidense, no pueden votar en las elecciones presidenciales y el poder para ejercer su soberanía recae en el Congreso de Estados Unidos.
En un comunicado de prensa, los obispos de Puerto Rico lamentaron que "una mayoría de jueces del Tribunal Supremo de Estados Unidos ha decidido que prohibir el matrimonio entre personas de un mismo sexo es inconstitucional".
Esta decisión, indicaron, tendrá "el efecto de que los estados y los territorios están obligados a reconocer ese tipo de matrimonio que se hubiera celebrado en otras jurisdicciones, así como permitir su celebración en su propia jurisdicción".
Los obispos puertorriqueños lamentaron que "por la naturaleza colonial de nuestra relación político-jurídica con los Estados Unidos, la decisión de su máximo foro judicial sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo, sea aplicable en Puerto Rico".
"Dicha decisión es claramente contraria a los valores de la inmensa mayoría de nuestro Pueblo, el cual, mediante un ejercicio democrático, legisló para reconocer únicamente el matrimonio entre un hombre y una mujer".
Sin embargo, precisaron que la sentencia de la Corte Suprema "aunque aplicable al Gobierno del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, no aplica a las iglesias, ni a las confesiones religiosas. Por consiguiente, la Iglesia Católica seguirá afirmando y sosteniendo nuestra doctrina y práctica pastoral sobre el matrimonio entre hombre y mujer".
La Conferencia Episcopal Puertorriqueña aseguró que la decisión de la Corte Suprema "es errónea", porque "redefine y tergiversa" la finalidad y el destino del matrimonio.
"El matrimonio entre personas del mismo sexo destruye la riqueza de la complementariedad de los sexos y priva a la prole de la figura paterna o materna", indicaron los obispos.
Los prelados puertorriqueños recordaron además que "el matrimonio y la familia no son hechura de los gobiernos ni de los jueces, sino de la conciencia de aquellos primeros seres de la especie humana que habitaron la Tierra".
"¿Por qué? Porque los primeros seres humanos entendieron que el lugar más seguro para custodiar el amor entre el hombre y la mujer y criar sus hijos e hijas era formalizando su relación en una unión exclusiva, protegida y única", señalaron.
Los obispos recordaron además que el Papa Francisco, en su encíclica Laudato Si', "destaca la importancia central de la familia y nos recuerda que ésta 'es el ámbito donde la vida, don de Dios, puede ser acogida y protegida de manera adecuada contra los múltiples ataques a que está expuesta, y puede desarrollarse según las exigencias de un auténtico crecimiento humano. Contra la llamada cultura de la muerte, la familia constituye la sede de la cultura de la vida'".
La familia, reiteraron los obispos, "como vínculo afectivo de amor, de convivencia y de reproducción es anterior al Estado y a la Iglesia por miles y miles de años, y, por esa razón, corresponde a éste defenderla y no debilitarla ni redefinirla".
La Conferencia Episcopal Puertorriqueña (CEP) advirtió a los fieles ante quienes "aprovechen la situación para desinformar, para relajar la institución del matrimonio y para crear debates e inducir a hermanos puertorriqueños o cristianos a discutir entre sí con el único fin de mejorar los ratings de programas y segmentos de los medios masivos de comunicación".
Ante esto, exhortaron a los fieles a no caer en la tentación "de arremeter festinadamente contra otro hermano que piense distinto. La verdad sin caridad se debilita y el argumento sin misericordia es despiadado".
"En situaciones como ésta estamos llamados como cristianos y cristianas a orar, a proclamar la verdad del matrimonio y de la familia, a catequizar, a educar en la fe y a procurar que nuestra generación y las futuras afirmen siempre esta verdad fundamentada en el designio del Creador".
Al concluir, los obispos puertorriqueños pidieron a todos los ciudadanos "orar por la familia y el matrimonio entre el hombre y la mujer, para que él y ella sean siempre generadores de vida, de felicidad y de amor".
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