Hizo su Alianza de Amor hace más de medio siglo y parece que fue ayer, pues su entrega a Schoenstatt sigue tan fiel como al principio.
"Schoenstatt es mi gran amor. Aquí uno encuentra lo que necesita para la salvación", ha dicho doña Julita Ruíz, a quien la Familia de nuestro Santuario de Juana Díaz le obsequió el jueves, 9 de abril, un reconocimiento y muestra de cariño y admiración. Doña Julita, como le decimos cariñosamente, debe unirse a sus hijos y demás familiares que residen en Estados Unidos y nos deja por un tiempo.
Esta gran schonestattiana selló su Alianza de Amor con el fundador, Padre José Kentenich, al que escuchó constantemente abogar por "una verdadera familia". "Eso fue lo que me trajo a Schoenstatt y como mi familia es tan unida, yo lo practico", dijo.
Ese valor infundido por el Padre Fundador siempre ha estado de manifiesto en doña Julita. Compartió que muchas veces puso su residencia a disposición de los miembros de la Familia que llegaban del exterior. Cuando salía de su casa dejaba las llaves de la vivienda con sus vecinos "por si acaso".
Durante el acto de confraternización, doña Julita subrayó que lleva muy arraigada la enseñanza del Padre Kentenich que se resume en "fidelidad por fidelidad". Asegura que todo el que hace la Alianza de Amor, "lo hace con la Mater, con el Dios, Uno y Trino y con el Padre Pedro José Kentenich".
"El (Padre Kentenich) no me mandó a que trabajara por Schoenstatt, pero la Mater tenía otro plan conmigo y ahí fue que comenzó Schoenstatt en Puerto Rico", dijo quien junto al fenecido Diácono Jesús María Pagán enarbolaron la bandera schonstattiana y se encargaron de diseminar su misión y destacar las tres gracias especiales: el cobijamiento espiritual, la transformación interior y el envío apostólico.
Doña Julita recomendó a la Familia de Schoenstatt a practicar la lectura diaria, participar en las reuniones de grupos y siempre tratar de vivir la solidaridad.