viernes, 10 de abril de 2015

Una Alianza de Amor más allá del medio siglo

Hizo su Alianza de Amor hace más de medio siglo y parece que fue ayer, pues su entrega a Schoenstatt sigue tan fiel como al principio.


"Schoenstatt es mi gran amor. Aquí uno encuentra lo que necesita para la salvación", ha dicho doña Julita Ruíz, a quien la Familia de nuestro Santuario de Juana Díaz le obsequió el jueves, 9 de abril, un reconocimiento y muestra de cariño y admiración. Doña Julita, como le decimos cariñosamente, debe unirse a sus hijos y demás familiares que residen en Estados Unidos y nos deja por un tiempo.

Esta gran schonestattiana selló su Alianza de Amor con el fundador, Padre José Kentenich, al que escuchó constantemente abogar por "una verdadera familia". "Eso fue lo que me trajo a Schoenstatt y como mi familia es tan unida, yo lo practico", dijo.

Ese valor infundido por el Padre Fundador siempre ha estado de manifiesto en doña Julita. Compartió que muchas veces puso su residencia a disposición de los miembros de la Familia que llegaban del exterior. Cuando salía de su casa dejaba las llaves de la vivienda con sus vecinos "por si acaso".

Durante el acto de confraternización, doña Julita subrayó que lleva muy arraigada la enseñanza del Padre Kentenich que se resume en "fidelidad por fidelidad". Asegura que todo el que hace la Alianza de Amor, "lo hace con la Mater, con el Dios, Uno y Trino y con el Padre Pedro José Kentenich".

"El (Padre Kentenich) no me mandó a que trabajara por Schoenstatt, pero la Mater tenía otro plan conmigo y ahí fue que comenzó Schoenstatt en Puerto Rico", dijo quien junto al fenecido Diácono Jesús María Pagán enarbolaron la bandera schonstattiana y se encargaron de diseminar su misión y destacar las tres gracias especiales: el cobijamiento espiritual, la transformación interior y el envío apostólico.

Doña Julita recomendó a la Familia de Schoenstatt a practicar la lectura diaria, participar en las reuniones de grupos y siempre tratar de vivir la solidaridad.



domingo, 5 de abril de 2015

Reina del cielo, alégrate; Aleluya

Este acontecimiento hermoso que nos congrega en la Vigilia de la Resurrección del Señor está marcado para aquel que ha vencido el odio con el amor y el que ha podido vencer la tristeza con la esperanza.

"El Señor nos amaba, el Señor nos sigue amando y nos amó a tal punto de entregar su vida. Y, está ahí al lado de María, la mujer que le amó sin reserva", es la continuación del recordatorio que nos ha hecho el Padre Hilario José Gutiérrez Burgos en su predicación de este domingo de madrugada en la Misa al aire libre en la explanada del Santuario de Schoenstatt de Juana Díaz.

Y, pronunciamos a María, Madre Tres Veces Admirable:
"Reina del cielo alégrate; aleluya.
Porque el Señor a quien has merecido llevar; aleluya.

Ha resucitado según su palabra; aleluya.
Ruega al Señor por nosotros; aleluya.
Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya.
Porque verdaderamente ha resucitado el Señor; aleluya"


 
Previo a la celebración de la Eucaristía, con el sol naciente y en un ambiente refrescante, se ofreció un "Vía Lucis", que es camino de luz, de deleite y de júbilo por Cristo Resucitado.  Un Jesús revivido corporalmente y lleno de luz, gloria y grandiosidad.

!La Vida venció a la muerte! !Aleluya, Aleluya!

"¡Jesucristo ha resucitado! El amor ha vencido al odio, la vida ha vencido a la muerte, la luz ha disipado la oscuridad", anunció el Pontífice en su Mensaje Urbi et Orbi de la Pascua de Resurrección 2015, desde el balcón central de la basílica de San Pedro.
Después de presidir la celebración de la Santa Misa de Pascua, en una plaza de San Pedro repleta de peregrinos y decorada para la ocasión con flores procedentes de Holanda, el Pontífice recorrió la plaza en papamóvil, prodigando saludos, sonrisas y bendiciones a los numerosos presentes, llegados a la plaza no obstante la lluvia.
En su Mensaje Pascual 'a la ciudad de Roma y al mundo', el Obispo de Roma explicó que la humildad - y por consiguiente la humillación - es el camino de la vida y de felicidad indicado por Jesús a todos, con su muerte. Porque "sólo quien se humilla puede ir hacia "las cosas de allá arriba", hacia Dios - dijo.
Constatando que el mundo de hoy propone imponerse a toda costa, el Papa subrayó que es "por la gracia de Cristo muerto y resucitado", que los cristianos 'son el brote de otra humanidad', en la cual buscamos vivir al servicio, los unos de los otros". "¡Ésta no es debilidad sino verdadera fuerza!" – enfatizó -  "porque quien lleva dentro la fuerza de Dios, su amor y su justicia no necesita usar la violencia, sino que habla y actúa con la fuerza de la verdad". Por ello, Francisco invitó a implorar del Señor resucitado "la gracia de no ceder al orgullo que alimenta la violencia y las guerras sino tener el coraje humilde del perdón y de la paz".
"Pidamos a Jesús victorioso para que alivie los sufrimientos de tantos hermanos nuestros perseguidos a causa de su nombre, como también de todos aquellos que padecen injustamente las consecuencias de los conflictos y de las violencias en curso", rezó el Papa. Y pidió "paz" en primer lugar, para Siria e Iraq, para que se restablezca la buena convivencia "en estos amados países", haciendo un llamamiento a la comunidad internacional para que "no se quede inerte de frente a la inmensa tragedia humanitaria" en estos dos países y ante "el drama de los números refugiados".
Paz pidió Francisco también para Tierra Santa, Libia, Yemen, Nigeria, Sudán, la República Democrática del Congo, Ucrania, e invitó a elevar una oración incesante por quienes han perdido la vida, con un pensamiento especial por los jóvenes asesinados el pasado jueves en la universidad de Garissa, en Kenia, sin olvidar a los secuestrados y a quienes han debido abandonar la propia casa y afectos. El Obispo de Roma encomendó también con esperanza el acuerdo alcanzado en Lausana, en espera de que "sea un paso definitivo para un mundo más seguro y fraterno".
Paz y libertad pidió el Papa para quienes sufren nuevas y viejas formas de esclavitud, para losemarginados, encarcelados, sin olvidar a los pobres y a los migrantes, enfermos y sufrientes, niños, en especial para los que sufren violencia, a quienes sufren el luto. Para que a ellos llegue la voz consoladora del Señor: "¡La paz está con ustedes! No teman, he resucitado y estaré siempre con ustedes". E impartió su bendición apostólica.
Finalmente, el Pontífice saludó a todos los presentes deseándoles Feliz Pascua y, extendiendo sus saludos a quienes han seguido la celebración a través de los medios de comunicación,  el Papa los alentó a llevar a las propias casas el alegre anuncio de que ¡el Señor de la vida ha resucitado, llevando consigo amor, justicia, respeto y perdón!
Agradeció a todos por su presencia, por su oración y por el entusiasmo de su fe y no olvidó agradecer por las flores, llegadas también este año de Holanda. (Fuente: MCM-Radio Vaticana)