sábado, 9 de mayo de 2015

Encuentro con la Mater a través de las Mil Avemarías

El día 8 de cada mes, es momento de encuentro con María en el Santuario de Schoenstatt de Juana Díaz a través del rezo de las Mil Avemarías. Las intenciones son muchas. Las Mil Ave Marías es el regalo de la comunidad schonstattiana a María quien las devuelve en abundantes gracias.


Puello Herrera y Rivera Cruz visitan nuestro Santuario junto a sus respectivas esposas

 (En la foto: Rivera Cruz, Rosario, Martínez Noboa, P. Hilario y Puello Herrera)

El Padre Hilario José Gutiérrez Burgos, Rector del Santuario de Schoenstatt de Juana Díaz, recibió el sábado, 9 de mayo, la agradable visita del licenciado Juan Francisco Puello Herrera y su esposa Mirna Martínea Noboa, así como del licenciado Héctor Rivera Cruz y su esposa Sonia Rosario.

Puello Herrera es un reconocido abogado, líder católico y deportivo en su natal República Dominicana. Ha escrito varios libros entre éstos: Valores morales desde la perspectiva de la fe y Frutos del silencio. Dicta conferencias sobre asuntos morales y espirituales. Aspira a convertirse en predicador del Evangelio.
En el campo del deporte, se ha destacado como líder de la Liga de Béisbol de la República Dominicana y Comisionado de la Confederación de Béisbol Profesional del Caribe, entre otras.

Por su parte, el licenciado Rivera Cruz es una destacado abogado puertorriqueño y actualmente preside la Liga de Béisbol de Puerto Rico.

"Agradecemos la visita de estos hermanos y nos alegra que se hayan acordado que Jesús y María no tienen fronteras, que allí donde vayamos, nos acogen con amor", dijo el P. Hilario.

martes, 5 de mayo de 2015

La Persona Pascual: Respuesta para nuestro tiempos (Segunda Parte)

(Basada en escritos del Padre Jose Kentenich y
la Carta Enciclica Lumen Fidei)

 Hoy día estamos tan disponibles: a través del celular, del skype, de facetime. Esta tecnología se ha convertido en nuestros  ídolos. Y sabemos que esto tiene sus consecuencias. ¿Pero cómo ha afectado nuestra vida de fe? 

El Papa Benedicto nos dice en Lumen Fidei

En lugar de te­ner fe en Dios, se prefiere adorar al ídolo, cuyo rostro se puede mirar, cuyo origen es conocido, porque lo hemos hecho nosotros. Ante el ídolo, no hay riesgo de que este nos haga salir de las propias seguridades, porque los ídolos « tie­nen boca y no hablan » (Sal 115,5). Vemos en­tonces que los ídolos son un pretexto para ponerse en el centro de la realidad, adorando la obra de las propias manos. LF

La idolatría no presenta un camino (certero), sino una multi­tud de senderos, que no llevan a ninguna parte, y forman más bien un laberinto. Quien no quiere fiarse de Dios se ve obligado a escuchar las vo­ces de tantos ídolos que le gritan: « Fíate de mí ». La fe, en cuanto asociada a la conversión, es lo opuesto a la idolatría; es separación de los ídolos para volver al Dios vivo, mediante un encuentro personal. LF

  1. La persona pascual vive en una felicidad constante ante el Padre. 
            "¿Quién puede decir, creo tan profundamente que la fe me hace feliz? ¿Soy yo feliz en mi fe? Y ¡Cuán felices somos todos nosotros!, porque no sólo somos hijos de la fe, sino somos pequeños o grandes héroes de la fe,… buscando a Dios por doquier, encontrando a Dios por doquier, constantemente celebrando bodas con Él – dicho en sentido figurativo.

En la Carta Encíclica Lumen Fidei: Benedicto XVI explicó:  
"La alegría, es el signo más evidente de la grandeza de la fe…Quien cree nunca está solo, porque la fe tiende a difundirse, a compartir su alegría con otros. Quien recibe la fe descubre que las dimensiones de su « yo » se ensanchan, y entabla nuevas relaciones que enriquecen la vida."
¿Porque tanta alegría en el corazón de la persona pascual? Por que la fuente de su alegría… es la certeza de ser amado por Dios, amado personalmente por nuestro Creador  (Benedicto XVI)

*La alegría cristiana brota de la certeza: Dios está cerca, está conmigo, está con nosotros, en la alegría y en el dolor, en la salud y en la enfermedad. (Benedicto XVI)

 *La alegría cristiana brota de esta certeza: Dios está cerca, está conmigo, está con nosotros, en la alegría y en el dolor, en la salud y en la enfermedad (Benedicto XVI, Ángelus, 16 de diciembre). (Porque) *Dios nos llena continuamente de alegría y de bienes. Su alegría es nuestra fuerza (Benedicto XVI Encuentro, 10 de mayo).  

  1. La persona pascual vive en una fidelidad constante ante el Padre. 
            En la Carta Encíclica Lumen Fidei: Benedicto XVI explicó:
"…en la Biblia, verdad y fide­lidad van unidas, y el Dios verdadero es el Dios fiel, aquel que mantiene sus promesas y permite comprender su designio a lo largo del tiempo.

 La fe, sin verdad, no salva, no da seguridad a nuestros pasos. Se queda en una bella fábula, proyección de nuestros deseos de felicidad, algo que nos sa­tisface únicamente en la medida en que quera­mos hacernos una ilusión. O bien se reduce a un sentimiento hermoso, que consuela y entusias­ma, pero dependiendo de los cambios en nuestro estado de ánimo o de la situación de los tiempos, e incapaz de dar continuidad al camino de la vida.

Como la Iglesia transmite una fe viva, han de ser perso­nas vivas las que garanticen la conexión con el origen. La fe se basa en la fidelidad de los testi­gos que han sido elegidos por el Señor para esa misión. Fidelidad y obediencia a la Palabra que escucha, custodia y expone. 

La fe no es un refugio para gente miedosa, sino que ensancha la vida. Hace descubrir una gran llama­da, la vocación al amor, y asegura que este amor es digno de fe, que vale la pena ponerse en sus ma­nos, porque está fundado en la fidelidad de Dios, que es más fuerte que todas nuestras debilidades."
           
El hombre fiel recibe su fuerza confiándose en las manos de Dios. Por que "Contamos con la fidelidad de Dios a sus promesas (cf. Hb 11,11)."
  
Vamos hacia la Pascua con Cristo Resucitado.

Pongamos todo nuestro sufrimiento personal, familiar, como pueblo...en el altar, en el santuario, con esperanza, "sabiendo que sólo en Dios, en el futuro que viene de Jesús resucitado, puede encontrar nuestra sociedad cimientos sólidos y duraderos.  (Benedicto XVI -LF)
Creemos con esperanza. "Quien cree ve; ve con una luz que ilumina todo el trayecto del camino, porque (esa luz) llega a nosotros desde Cristo resucitado, estrella de la mañana que no conoce ocaso. (Benedicto XVI -LF)
La fe en el Resucitado nos ensena "que Dios se ha hecho muy cercano a nosotros, que Cristo se nos ha dado como un gran don que nos transforma interiormente, que habita en nosotros, y así nos da la luz que ilumina el origen y el final de la vida, el arco completo del camino humano." 
(Benedicto XVI -LF)

Los discípulos vieron a Jesús resucitado con sus propios ojos y creyeron, es decir, pudieron penetrar en la profundidad de aquello que veían para confesar al Hijo de Dios, sentado a la derecha del Padre.

Al final de Lumen Fidei el Santo Padre Benedicto XVI, dirige su oración a la Virgen:
Si la leemos atentamente podemos identificar la 4 características de la persona pascual que queremos encarnar y por lo cual le pedimos a nuestra Maestra y Educadora

¡Madre, ayuda nuestra fe!
Abre nuestro oído a la Palabra,
para que reconozcamos la voz de Dios y su llamada.
Aviva en nosotros el deseo de seguir sus pasos,
saliendo de nuestra tierra y confiando en su promesa.
Ayúdanos a dejarnos tocar por su amor,
para que podamos tocarlo en la fe.
Ayúdanos a fiarnos plenamente de él,
a creer en su amor, sobre todo en los momentos de tribulación y de cruz,
cuando nuestra fe es llamada a crecer y a madurar.
Siembra en nuestra fe la alegría del Resucitado.
Recuérdanos que quien cree no está nunca solo. Porque Dios es fiel!
Enséñanos a mirar con los ojos de Jesús, para que él sea luz en nuestro camino.
Y que esta luz de la fe crezca continuamente en nosotros,
hasta que llegue el día sin ocaso,
que es el mismo Cristo, tu Hijo, nuestro Señor.  Amén.

Schoenstatt: Familia llamada a asumir un compromiso concreto en el medio de la comunidad

El P. José Kentenich con frecuencia afirmaba: "Quien tenga un misión que la cumpla".  Ha sido para nosotros un constante desafío poder llevar a la aplicación estas palabras del Padre.  
En las experiencias que hemos vivido en todo el tiempo de Cuaresma, y ahora en el Tiempo de Pascua, las acciones, oraciones y celebraciones nos han impregnado del deseo santo de colaborar con lamisión que el Señor ha puesto en manos de los apóstoles y la comunidad.
Todavía resuena en todos nosotros el saludo de Jesús Resucitado a sus discípulos la tarde de Pascua: "Paz a ustedes" (Jn 20,19).
La paz, sobre todo en este Tiempo Pascual, sigue siendo el deseo de tantos pueblos que sufren la violencia inaudita de la discriminación y de la muerte, sólo por llevar el nombre de cristianos.
Nuestra oración se hace aún más intensa y se convierte en un grito de auxilio al Padre, rico en misericordia, para que sostenga la fe de tantos hermanos y hermanas que sufren, a la vez que pedimos que convierta nuestros corazones, para pasar, tal como fue la experiencia de nuestro padre y fundador,  de la indiferencia a la compasión.
San Pablo nos recuerda que fuimos salvados en el misterio de la muerte y resurrección del Señor Jesús. Él es el Reconciliador, que está vivo en medio de nosotros para mostrarnos el camino de la reconciliación con Dios y con los hermanos.
El Apóstol recuerda que, a pesar de las dificultades y los sufrimientos de la vida, sigue creciendo la esperanza en la salvación que el amor de Cristo ha sembrado en nuestros corazones. La misericordia de Dios se ha derramado en nosotros haciéndonos justos, dándonos la paz.
Schoenstatt nació para dar una respuesta a los nuevos tiempos.  Este no es un tiempo para estar distraídos, sino al contrario para permanecer alerta y despertar en nosotros la capacidad de ver lo esencial. Es el tiempo para que la Iglesia redescubra el sentido de la misión que el Señor le ha confiado el día de Pascua: ser signo e instrumento de la misericordia del Padre (cf. Jn 20,21-23).
Hoy debemos pedirle a la Mater que anteceda por nosotros y así podamos  mantener vivo el deseo de saber descubrir los muchos signos de la ternura que Dios ofrece al mundo entero y sobre todo a cuantos sufren, se encuentran solos y abandonados, y también sin esperanza de ser perdonados y sentirse amados por el Padre.
 (P. Hilario José Gutiérrez)