jueves, 9 de julio de 2015

“Basta de descartes, denles ustedes de comer”, invita el Papa en Bolivia

 La mañana de este jueves vio al Papa Francisco dirigirse en papamóvil hasta la Plaza de Cristo Redentor, distante un kilómetro y medio de la residencia del Arzobispo Emérito de Santa Cruz, el Cardenal Julio Terrazas Sandoval.
Miles de fieles se encontraban a lo largo de las amplias avenidas que convergen en la Plaza deseosos de encontrarse con su Pastor.
En la Santa Misa y Apertura del V Congreso Eucarístico Nacional, el Sucesor de Pedro habló de las muchas madres que pudo ver en estos días "cargando a sus hijos en las espaldas", "llevando sobre sí la vida, el futuro de su gente, sus motivos de alegría y esperanzas", pero también las "desilusiones, tristezas y amarguras", "la injusticia que parece no detenerse y las cicatrices de una justicia no realizada".
El Papa puso en guardia sobre "la tristeza que se vuelve individualista" que puede llegar en el "cansancio del camino", haciendo "perder la memoria de pueblo amado", afirmando asimismo que "para un corazón desesperado es muy fácil que gane espacio la lógica que busca transformar "todo en objeto de cambio", "descartando a todos aquellos que no 'producen', que no se los considera aptos o dignos" porque - dijo -  haciendo alusión al pasaje del Evangelio, aparentemente 'no dan los números'".
Ante esto, afirmó el Obispo de Roma, Jesús una vez más vuelve a hablarnos para decir "No es necesario que se vayan, denles ustedes de comer" (Mc 8, 1-10). "Basta de descartes, denles ustedes de comer".
Tres acciones, indicó el Vicario de Cristo, "toma, bendice y entrega" con las que Jesús, logra transformar una lógica del descarte, en una lógica de comunión, de comunidad.

miércoles, 8 de julio de 2015

Papa Francisco habla a los religiosos ecuatorianos "como padre y hermano"

El Santo Padre Francisco se encontró con el Clero, los religiosos y seminaristas de Ecuador en un emocionante encuentro en el Santuario de El Quinche, a quienes les explicó que la Virgen María "discipuleó toda su vida, fue la primera discípula de su Hijo".
A pesar de tener un discurso preparado con anterioridad, el Papa aseguró que "no le apetecía leer" y que entregaría el texto que tenía escrito, pero que prefería hablar espontáneamente. Así entre continuos aplausos les habló de diferentes temas, y les aconsejó "como padre y hermano", que todas las noches antes de dormir recen para que se resitúen en la "gratuidad". Les pidió que no cayeran o que no se dejaran caer en una "enfermedad muy peligrosa": elalzheimer espiritual, "no pierdan la memoria, la memoria de donde me sacaron (…) no renieguen las raíces".
En el texto que había preparado el Papa explicaba que al igual que la Virgen, los religiosos han recibido una vocación, y su ejemplo es una invitación a servir como ella, y en este sentido escribió que los consagrados  "no hemos venido a ser servidos, sino a servir, y lo hacemos con pleno desprendimiento, sin bastón y sin morral". En este contexto el Vicario de Cristo aseguró que la Presentación de la Virgen le evoca la perseverancia, "María no mira hacia atrás y, en una clara referencia a la admonición evangélica, marcha decidida hacia delante", y esto supone unir nuestra suerte con la de Jesús hasta el final. 
Francisco pidió en su texto que caminaran juntos, sosteniéndose unos a otros y pidiendo con humildad el don de la perseverancia, "Qué lindo es cuando la Iglesia persevera en su esfuerzo por ser casa y escuela de comunión, cuando generamos esto que me gusta llamar la cultura del encuentro".
Concluyendo el Obispo de Roma encomendó la vocación de todos a la Madre de Dios para que les dé la alegría de salir a llevar el Evangelio de su Hijo Jesús, hasta los confines, "hasta las periferias de nuestro querido Ecuador".
(Fuente: Radio Vaticana)  

Ceremonia de bienvenida al Papa Francisco en La Paz, Bolivia

lunes, 6 de julio de 2015

Una niña paraguaya le pide a Francisco que sea su papá

En una carta, Kiara explica al Santo Padre que sus padres se encuentran en la cárcel por causa de la droga. La pequeña de 9 años podrá saludar al Pontífice durante su visita al Bañado Norte, una zona deprimida de Asunción.

Papa Francisco abraza a una niña

Me gustaría que seas mi papá por siempre, porque mi papá y mi mamá están en la cárcel, te quiero mucho...". Esta es la petición al papa Francisco de Kiara, una niña de 9 años que vive en el Bañado Sur, una zona situada en la orilla del río Paraguay, y que están muy cerca del vertedero de basura Cateura de Asunción.

En un conmovedor escrito que hizo de puño y letra, la pequeña reconoce que le gustaría sentirse querida, tener una madre, un padre, un hogar. La iniciativa de escribir al Santo Padre surgió del coordinador logístico de la visita papal en el Bañado Norte, Luis Fretes, quien ideó que todos los niños del Bañado Sur hicieran sus respectivas cartas, que él se encargaría de hacer llegar al Pontífice, ya que Francisco no visitará esta zona de la ribera.

En total fueron 2.300 niños los que redactaron sus misivas, y entre todas destacó la de Kiara. "Solo escribí lo que me decía el corazón, ya que no tengo padre ni madre, vivo con mis abuelos y si le llego a ver y a hablar, con el Papa, le pediré también que le saque a mi mamá de la cárcel", explicó la niña que está en el tercer grado de la escuela San Blas de Fe y Alegría.

Su madre está hace dos años en prisión por microtráfico, al igual que su padrastro, quien la crió desde los tres años. De su padre biológico poco sabe, ya que emigró hace mucho tiempo, señaló a los medios de comunicación locales la familia de la pequeña.

Cientos de niños de los Bañados viven no solo en medio de la miseria y las inundaciones, sino también víctimas de la venta y consumo de droga, especialmente el crack. 

La gente vive en chozas de madera terciada y láminas de cinc, y cada vez que las lluvias torrenciales provocan el desbordamiento del río Paraguay, las calles de tierra se transforman en lodazales intransitables.

El Bañado Norte es una de las zonas de pobreza extrema que el Papa visitará durante su gira por Paraguay. Ese día Kiara será presentada ante Francisco acompañada por su director de escuela, Germán Acevedo.

Por su parte, Magdalena Ramos espera llamar la atención del Pontífice cuando visite la pequeña capilla de paredes desnudas en el Bañado Norte, para que ayude a su hijo, cuyos problemas neurológicos congénitos lo tienen en cama. "Quisiera que el Papa lo vea y pida una donación de silla de ruedas y tratamiento médico", dijo la mujer de 51 años, quien se encuentra desocupada.
(Fuente: Zenit) (Foto Archivo)

María es Madre, le subraya el Papa Francisco a los ecuatorianos

El Papa Francisco durante su homilía de la Santa Misa dedicada a la familia, en el Parque de Los Samanes de Guayaquil, reflexionó sobre la importancia que tiene el rezar con nuestro familiares, "la fe se mezcla con la leche materna: experimentando el amor de los padres se siente cercano el amor de Dios".
Ante un recinto completamente lleno de fieles entusiasmados, el Santo Padre profundizó sobre el significado del pasaje del Evangelio de Juan que habla de las bodas de Caná, y honró el hecho de que la Virgen María le dijera a Jesús que ya no tenían más vino para la celebración, es decir, se preocupó por la organización del evento, y así añadió Francisco "No se ensimisma, no se enfrasca en su mundo, su amor la hace 'ser hacia' los otros". "María es simplemente madre", dijo, "María es madre, "María es madre", hizo repetir a los presentes.
El Pontífice invitó a pensar que en esta ocasión el vino sería como una metáfora de diferentes situaciones de nuestra vida cotidiana como puede ser el estar enfermo, tener problemas con la familia, la falta de trabajo, etc. Por esto aseguró que "Rezar siempre nos saca del perímetro de nuestros desvelos, nos hace trascender lo que nos duele, lo que nos agita o lo que nos falta a nosotros mismos y nos ayuda a ponernos en la piel de los otros, en sus zapatos" y añadió que la familia es una escuela donde se nos recuerda que nuestro prójimo vive bajo el mismo techo y comparte nuestra vida. 
Así, el Papa Bergoglio recordó que en pocos meses la Iglesia celebra el Sínodo Ordinario de los Obispos que estará dedicado a la familia y a encontrar soluciones de los desafíos con los que encuentra la sociedad de hoy.
El Papa terminó animando a los más necesitados, "el mejor vino está por venir para cada persona que se arriesga al amor (…) Dios siempre se acerca a las periferias de los que se han quedado sin vino", y esto insiste se lo debemos susurrar a los desesperados o a los desenamorados. 
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Texto completo de la homilía del Papa en la Misa por las familias
El pasaje del Evangelio que acabamos de escuchar es el primer signo portentoso que se realiza en la narración del Evangelio de Juan. La preocupación de María, convertida en súplica a Jesús: «No tienen vino» - le dijo -  y la referencia a «la hora» se comprenderá después, en los relatos de la Pasión.
Y está bien que sea así, porque eso nos permite ver el afán de Jesús por enseñar, acompañar, sanar y alegrar desde ese clamor de su madre: «No tienen vino».
Las bodas de Caná se repiten con cada generación, con cada familia, con cada uno de nosotros y nuestros intentos por hacer que nuestro corazón logre asentarse en amores duraderos, en amores fecundos, en amores alegres. Demos un lugar a María, «la madre» como lo dice el evangelista. Y hagamos con ella ahora el itinerario de Caná.
María está atenta, está atenta en esas bodas ya comenzadas, es solícita a las necesidades de los novios. No se ensimisma, no se enfrasca en su mundo, su amor la hace «ser hacia» los otros. Tampoco busca a las amigas para comentar lo que está pasando y criticar la mala preparación de las bodas. Y como está atenta, con su discreción, se da cuenta de que falta el vino. El vino es signo de alegría, de amor, de abundancia. Cuántos de nuestros adolescentes y jóvenes perciben que en sus casas hace rato que ya no hay de ese vino. Cuánta mujer sola y entristecida se pregunta cuándo el amor se fue, cuándo el amor se escurrió de su vida. Cuántos ancianos se sienten dejados fuera de la fiesta de sus familias, arrinconados y ya sin beber del amor cotidiano, de sus hijos, de sus nietos, de sus bisnietos. También la carencia de ese vino puede ser el efecto de la falta de trabajo, de las enfermedades, situaciones problemáticas que nuestras familias en todo el mundo atraviesan. María no es una madre «reclamadora», tampoco es una suegra que vigila para solazarse de nuestras impericias, de nuestros errores o desatenciones. ¡María, simplemente, es madre!: Ahí está, atenta y solícita. ¡Es lindo escuchar esto! ¡María es madre! ¿Se animan a decirlo todos juntos conmigo? ¡Vamos! ¡María es madre! ¡Otra vez! ¡María es madre! ¡Otra vez! ¡María es madre!
Pero María, en ese momento que se percata que falta el vino, acude con confianza a Jesús: esto significa que María reza. Va a Jesús, reza. No va al mayordomo; directamente le presenta la dificultad de los esposos a su Hijo. La respuesta que recibe parece desalentadora: "¿Y qué podemos hacer tú y yo?" Todavía no ha llegado mi hora» (Jn 2,4). Pero, entre tanto, ya ha dejado el problema en las manos de Dios. Su apuro por las necesidades de los demás apresura la «hora» de Jesús. Y María es parte de esa hora, desde el pesebre a la cruz. Ella que supo «transformar una cueva de animales en la casa de Jesús, con unos pobres pañales y una montaña de ternura» (Evangelii gaudium, 286) y nos recibió como hijos cuando una espada le atravesaba el corazón a su hijo. Ella nos enseña a dejar nuestras familias en manos de Dios; nos enseña a rezar, encendiendo la esperanza que nos indica que nuestras preocupaciones también son preocupaciones de Dios.
Y rezar siempre nos saca del perímetro de nuestros desvelos, nos hace trascender lo que nos duele, lo que nos agita o lo que nos falta a nosotros mismos y nos ayuda a ponernos en la piel de los otros, a ponernos en sus zapatos. La familia es una escuela donde la oración también nos recuerda que hay un nosotros, que hay un prójimo cercano, patente: que vive bajo el mismo techo, que comparte la vida y está necesitado.
Y finalmente, María actúa. Las palabras «Hagan lo que Él les diga» (v. 5), dirigidas a los que servían, son una invitación también a nosotros, a ponernos a disposición de Jesús, que vino a servir y no a ser servido. El servicio es el criterio del verdadero amor. El que ama sirve, se pone al servicio de los demás. Y esto se aprende especialmente en la familia, donde nos hacemos por amor servidores unos de otros. En el seno de la familia, nadie es descartado; todos valen lo mismo.
Me acuerdo que una vez a mi mamá le preguntaron a cuál de sus cinco hijos - nosotros somos cinco hermanos - a cuál de sus cinco hijos quería más. Y ella dijo: como los dedos, si me pinchan éste me duele lo mismo que si me pinchan éste. Una madre quiere a sus hijos como son. Y en una familia los hermanos se quieren como son. Nadie es descartado.
Allí en la familia «se aprende a pedir permiso sin avasallar, a decir "gracias" como expresión de una sentida valoración de las cosas que recibimos, a dominar la agresividad o la voracidad, y allí se aprende también a pedir perdón cuando hacemos algún daño, cuando nos peleamos. Porque en toda familia hay peleas. El problema es después pedir perdón. Estos pequeños gestos de sincera cortesía ayudan a construir una cultura de la vida compartida y del respeto a lo que nos rodea» (Laudato si', 213). La familia es el hospital más cercano, cuando uno está enfermo lo cuidan ahí mientras se puede. La familia es la primera escuela de los niños, es el grupo de referencia imprescindible para los jóvenes, es el mejor asilo para los ancianos. La familia constituye la gran «riqueza social», que otras instituciones no pueden sustituir, que debe ser ayudada y potenciada, para no perder nunca el justo sentido de los servicios que la sociedad presta a sus los ciudadanos. En efecto, estos servicios que la sociedad presta a los ciudadanos no son una forma de limosna, sino una verdadera «deuda social» respecto a la institución familiar, que es la base y la que tanto aporta al bien común de todos.
La familia también forma una pequeña Iglesia, la llamamos «Iglesia doméstica» que, junto con la vida, encauza la ternura y la misericordia divina. En la familia la fe se mezcla con la leche materna: experimentando el amor de los padres se siente más cercano el amor de Dios.
Y en la familia, y de esto todos somos testigos, los milagros se hacen con lo que hay, con lo que somos, con lo que uno tiene a mano… y muchas veces no es el ideal, no es lo que soñamos, ni lo que «debería ser». Hay un detalle que nos tiene que hacer pensar: el vino nuevo, ese vino tan bueno que dice el mayordomo en las bodas de Caná nace de las tinajas de purificación, es decir, del lugar donde todos habían dejado su pecado… Nacen de lo 'peorcito' porque «donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia» (Rm 5,20). Y en la familia de cada uno de nosotros y en la familia común que formamos todos, nada se descarta, nada es inútil. Poco antes de comenzar el Año Jubilar de la Misericordia, la Iglesia celebrará el Sínodo Ordinario dedicado a las familias, para madurar un verdadero discernimiento espiritual y encontrar soluciones y ayudas concretas a las muchas dificultades e importantes desafíos que la familia hoy debe afrontar. Los invito a intensificar su oración por esta intención, para que aun aquello que nos parezca impuro, como el agua de las tinajas nos escandalice o nos espante, Dios –haciéndolo pasar por su «hora»– lo pueda transformar en milagro. La familia hoy necesita de este milagro.
Y toda… y toda esta historia comenzó porque «no tenían vino», y todo se pudo hacer porque una mujer –la Virgen– estuvo atenta, supo poner en manos de Dios sus preocupaciones, y actuó con sensatez y coraje. Pero hay un detalle, no es menor el dato final: gustaron el mejor de los vinos. Y esa es la buena noticia: el mejor de los vinos está por ser tomado, lo más lindo, lo más profundo y lo más bello para la familia está por venir. Está por venir el tiempo donde gustamos el amor cotidiano, donde nuestros hijos redescubren el espacio que compartimos, y los mayores están presentes en el gozo de cada día. El mejor de los vinos está en esperanza, está por venir para cada persona que se arriesga al amor. Y en la familia hay que arriesgarse al amor, hay que arriesgarse a amar. Y el mejor de los vinos está por venir, aunque todas las variables y estadísticas digan lo contrario. El mejor vino está por venir en aquellos que hoy ven derrumbarse todo. Murmúrenlo hasta creérselo: el mejor vino está por venir, murmúrenselo cada uno en su corazón, el mejor vino está por venir y susúrrenselo a los desesperados o a los desamorados. 'Tené paciencia, tené esperanza, hacé como María: rezá, actuá, abrí tu corazón, porque el mejor de los vinos va a venir'. Dios siempre se acerca a las periferias de los que se han quedado sin vino, los que sólo tienen para beber desalientos; Jesús siente debilidad por derrochar el mejor de los vinos con aquellos a los que por una u otra razón, ya sienten que se les han roto todas las tinajas.
Como María nos invita, hagamos «lo que el Señor nos diga». Hagan lo que Él les diga. Y agradezcamos que en este nuestro tiempo y nuestra hora, el vino nuevo, el mejor, nos haga recuperar el gozo de ser  la familia, el gozo de vivir en familia. Que así sea.
 (MCM-RV)

domingo, 5 de julio de 2015

El Papa Francisco en suelo ecuatoriano: "vengo como testigo de la misericordia de Dios"

Este domingo 5 de julio, después de 13 horas de vuelo y haber recorrido más de 10.000 kilómetros, el avión que llevó al Papa Francisco aterrizó en Quito aproximadamente a las 15.00 hora local, dando inicio así a su 9° Viaje Apostólico a Latinoamérica. A su llegada a la capital ecuatoriana tuvo lugar la ceremonia de bienvenida en el aeropuerto internacional "Mariscal Sucre", donde el Pontífice fue recibido por las autoridades de este país y pronunció su primer discurso.
El Santo Padre recordó con gratitud y alegría las «distintas ocasiones en las cuales ha visitado Ecuador; así también hoy, dijo el Papa, vengo como testigo de la misericordia de Dios y de la fe en Jesucristo. La misma fe que durante siglos ha modelado la identidad de este pueblo y dado tan buenos frutos, entre los que destacan figuras preclaras como Santa Mariana de Jesús, el santo hermano Miguel Febres, santa Narcisa de Jesús o la beata Mercedes de Jesús Molina, beatificada en Guayaquil hace treinta años durante la visita del Papa san Juan Pablo II».
También hoy, precisó el Obispo de Roma, «podemos encontrar en el Evangelio las claves que nos permitan afrontar los desafíos actuales, valorando las diferencias, fomentando el diálogo y la participación sin exclusiones, para que los logros en progreso y desarrollo que se están consiguiendo garanticen un futuro mejor para todos, poniendo una especial atención en nuestros hermanos más frágiles y en las minorías más vulnerables».
En este sentido, el Papa Francisco expresó su ilusión y esperanza al inicio de su Peregrinación apostólica a América Latina. «En Ecuador, puntualizó el Sucesor de Pedro, está el punto más cercano al espacio exterior: es el Chimborazo, llamado por eso al lugar más cercano al sol, a la luna y las estrellas. Por ello dijo Francisco, que en estos días todos puedan sentir la cercanía de Cristo, la cercanía "del sol que nace de lo alto", y que seamos reflejo de su luz, de su amor».
Finalmente, el Pontífice invitó a todo el pueblo ecuatoriano «a perder jamás la capacidad de dar gracias a Dios por lo que hizo y hace por ustedes, la capacidad de proteger lo pequeño y lo sencillo, de cuidar de sus niños y ancianos, de confiar en la juventud, y de maravillarse por la nobleza de su gente y la belleza singular de su País». (Fuente: Renato Martinez – Radio Vaticana)