sábado, 7 de febrero de 2015

Encontrar a Dios presente en el corazón de la ciudad, alienta el Papa al Pontificio Consejo para los laicos

El Santo Padre recibió la mañana del sábado, 7 de febrero, en la Sala Clementina del Vaticano a los participantes en la Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo para los laicos.
Después de agradecer al Cardenal Presidente por sus palabras, Papa Bergoglio dirigió a los miembros del Pontificio Consejo palabras de aliento por el acto conmemorativo de la publicación del Decreto sobre el apostolado de los laicos Apostolicam actuositatem que están preparando en el marco del 50º Aniversario de la conclusión del Concilio Vaticano II, indicándolo como una iniciativa que mira "no sólo al pasado, sino al presente y al futuro de la Iglesia".
Partiendo del tema elegido para la Plenaria "Encontrar a Dios en el corazón de la ciudad", el Santo Padre inició su reflexión sobre el fenómeno del urbanismo que ha asumido en el tiempo presente dimensiones globales.
Más de la mitad de los hombres del planeta viven en las ciudades – indicó el Sucesor de Pedro - y tal contexto urbano "tiene un fuerte impacto en la mentalidad, la cultura, los estilos de vida, las relaciones interpersonales y la religiosidad de las personas". Así, los cristianos absorben «lenguajes, símbolos, mensajes y paradigmas que ofrecen nuevas orientaciones de vida, frecuentemente en contraste con el Evangelio»(Evangelii Gaudium,73).
Grandes oportunidades, grandes riesgos, advirtió el Papa: las ciudades pueden ser "espacios magníficos de libertad y de realización humana", pero también "espacios terribles de deshumanización y de infelicidad":

"Parece que cada ciudad, incluso la que parece más próspera y ordenada, tiene la capacidad de generar dentro de sí una oscura "anti-ciudad". Parece que con los ciudadanos también existen los "no-ciudadanos": personas invisibles, pobres de medios y de calor humano, que viven en "no-lugares", que viven de las "no-relaciones". Se trata de individuos a los que nadie dirige una mirada, una atención, un interés".
Ante estos tristes escenarios, prosiguió Papa Bergoglio, debemos siempre recordar que "Dios está presente inclusive en nuestras ciudades frenéticas y distraídas", y por eso es necesario "no abandonarse al pesimismo", sino tener una mirada de fe sobre la ciudad, una mirada contemplativa «que descubra al Dios que habita en sus hogares, en sus calles, en sus plazas» (ibíd., 71):

"Dios no está nunca ausente en la ciudad porque nunca está ausente en el corazón del hombre. De hecho, «la presencia de Dios acompaña la búsqueda sincera que las personas y los grupos cumplen para encontrar apoyo y sentido a sus vidas»(ibid.). La Iglesia quiere estar al servicio de esta búsqueda sincera que está en tantos corazones y que los abre a Dios. Los fieles laicos, sobre todo, están llamados a salir sin temor para ir al encuentro de los hombres de las ciudades: en las actividades cotidianas, en el trabajo, como individuos o como familias, junto con la parroquia o en los movimientos eclesiales a los que pertenecen, pueden romper el muro del anonimato y la indiferencia que a menudo reina en las ciudades. Se trata deencontrar el coraje para dar el primer paso de acercamiento a los demás, para ser apóstoles del barrio".

Convirtiéndose en alegres anunciadores del Evangelio a sus conciudadanos – prosiguió el Pontífice - los fieles laicos descubren que son muchos los corazones que el Espíritu Santo ha preparado para recibir su testimonio, su cercanía y su atención. De ahí que es importante,"cuidar la formación de los laicos", educándolos a tener la mirada de fe llena de esperanza, una mirada que sepa "ver la ciudad con los ojos de Dios", animándolos a "vivir el Evangelio" sabiendo que "cada vida vivida cristianamente siempre tiene un fuerte impacto social".

"También es necesario, alimentar el deseo de dar testimonio de los fieles laicos, para que puedan donar a los demás con amor el don de la fe que han recibido, acompañando con afecto a quienes dan sus primeros pasos en la vida de fe."En pocas palabras - sintetizó el Sucesor de Pedro- los laicos están llamados a vivir un 'protagonismo humilde' en la Iglesia convirtiéndose en 'levadura de vida cristiana' para toda la ciudad".

Por último el Papa recordó que en el renovado impulso misionero hacia la ciudad es importante que los fieles laicos en comunión con sus Pastores sepan "proponer el corazón del Evangelio, no sus 'apéndices':
"El entonces arzobispo Montini en Milán, hablaba de la «búsqueda de lo esencial» e invitaba a ser ante todo nosotros mismos 'esenciales', es decir, verdaderos, genuinos, y a vivir de aquello que verdaderamente cuenta". "Sólo así se puede proponer en su fuerza, en su belleza y en su simplicidad, el anuncio liberador del amor de Dios y de la salvación que Cristo nos ofrece".

Confiando el trabajo y los proyectos del Pontificio Consejo para los laicos a la materna protección de la Virgen María "peregrina junto con su Hijo en el anuncio del Evangelio, de pueblo en pueblo y de ciudad en ciudad", el Santo Padre impartió su bendición, pidiéndoles también, de rezar por él.
(RV)

lunes, 2 de febrero de 2015

KARL LEISNER


  • Nació en Alemania el 28 de febrero de 1915. El mayor  de 5 hermanos.  Amaba la unidad familiar y la oración que hacían unos por otros.
  • A los 13 se unió a la Juventud Masculina de Schöenstatt.
  • En la Pascua de 1933 sintió el llamado, "Se ha despertado y encendido en mí todo lo sacerdotal y caballeresco que estaba como dormido en lo más hondo de mi ser..."  Así decidió seguir su vocación sacerdotal.
  • A los 18 años (1934) tuvo un conflicto muy grande, elegir: Ser sacerdote o ser padre de familia
  • "Mater, si debo ser sacerdote déjame saberlo y concédeme la gracia para superarme, porque prefiero estar muerto que ser un mal sacerdote.  Su obispo dio la respuesta, dirigir a los jóvenes de la Diócesis, estando en el seminario.  "Mi Señor con tu bendición, yo acepto el duro trabajo de liderar a los jóvenes, Yo dedicaré toda mi energía a ti, hazme tu instrumento".
  • En 1937 le comentó a un muchacho: "Nosotros amamos a Cristo y debemos estar dispuestos a morir por Cristo".  Este comentario chocó con el pensamiento de la Gestapo que querían a los jóvenes para Hitler y que estuvieran dispuestos a morir por los nazis. Desde ese momento fue fuertemente vigilado por la Gestapo (Servicio Secreto Nazi).  
  • Finalizó en el seminario de Muenster 1939.  Su ordenación tuvo que ser pospuesta  para diciembre pues contrae tuberculosis y es trasladado al hospital de la Selva Negra  en junio de 1939.
  • A los seis meses,  Estando en el hospital ocurrió un atentado contra Hitler. 
  • Karl hizo el siguiente comentario: "Lamento que Hitler no estuviera presente en el momento que explotó la bomba".
  • Por hacer ese comentario Karl fue detenido, arrestado y enviado a prisión.
  • Fue enviado al campo de concentración de Dachau por cinco años.
  • En 1944 un obispo francés (Gabriel Diguet) fue ingresado en el Campo de concentración. Lo que parecía imposible se realizaría, la esperanza de ordenarse, pero era una carrera contra el tiempo porque su salud estaba muy comprometida debido a la tuberculosis.
  • Sus compañeros fabricaron una casulla para Karl en papel, el báculo en madera y la sortija en latón   para el Obispo.  El 17 de diciembre de 1944 Karl fue ordenado sacerdote a escondidas en Dachau.  El prisionero número 22,356 de Hitler, Carlos María Leisner (vencedor en las cadenas "aquel que vendrá, es el vencedor, aunque haya sido encadenado y clavado en la cruz"), celebró en una barraca de Dachau su primera y última misa.
  • El 5 de mayo de 1945 es liberado del campo de concentración por los norteamericanos.
  • Vivió sus últimos días en un hospital.  Estuvo demasiado débil para poder celebrar misa pero no tan débil para poder ofrecer todo a Cristo y por los jóvenes. Falleció el 12 de agosto 1945.
  • Fue Beatificado el 23 de junio 1996.