jueves, 25 de diciembre de 2014

"El nacimiento del Salvador es una luz que irrumpe y disipa la oscuridad": Papa Francisco

"La profecía de Isaías anuncia la aparición de una gran luz que disipa la oscuridad. Esa luz nació en Belén y fue recibida por las manos tiernas de María, por el cariño de José, por el asombro de los pastores".

-Es la segunda Navidad que el Santo Padre pasa en el Vaticano-

Texto de la homilía del Papa Francisco en la Misa de Gallo

El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaban tierras de sombras y una luz les brilló» (Is 9,1). «Un ángel del Señor se les presentó [a los pastores]: la gloria del Señor los envolvió de claridad» (Lc 2,9). De este modo, la liturgia de la santa noche de Navidad nos presenta el nacimiento del Salvador como luz que irrumpe y disipa la más densa oscuridad. La presencia del Señor en medio de su pueblo libera del peso de la derrota y de la tristeza de la esclavitud, e instaura el gozo y la alegría.
 También nosotros, en esta noche bendita, hemos venido a la casa de Dios atravesando las tinieblas que envuelven la tierra, guiados por la llama de la fe que ilumina nuestros pasos y animados por la esperanza de encontrar la «luz grande». Abriendo nuestro corazón, tenemos también nosotros la posibilidad de contemplar el milagro de ese niño-sol que, viniendo de lo alto, ilumina el horizonte.
El origen de las tinieblas que envuelven al mundo se pierde en la noche de los tiempos. Pensemos en aquel oscuro momento en que fue cometido el primer crimen de la humanidad, cuando la mano de Caín, cegado por la envidia, hirió de muerte a su hermano Abel (cf. Gn 4,8). También el curso de los siglos ha estado marcado por la violencia, las guerras, el odio, la opresión. Pero Dios, que había puesto sus esperanzas en el hombre hecho a su imagen y semejanza, aguardaba pacientemente. Dios Esperaba. Esperó durante tanto tiempo, que quizás en un cierto momento hubiera tenido que renunciar. En cambio, no podía renunciar, no podía negarse a sí mismo (cf. 2 Tm 2,13). Por eso ha seguido esperando con paciencia ante la corrupción de los hombres y de los pueblos. La paciencia de Dios, como es difícil entender esto, la paciencia de Dios delante de nosotros. 
A lo largo del camino de la historia, la luz que disipa la oscuridad nos revela que Dios es Padre y que su paciente fidelidad es más fuerte que las tinieblas y que la corrupción. En esto consiste el anuncio de la noche de Navidad. Dios no conoce los arrebatos de ira y la impaciencia; está siempre ahí, como el padre de la parábola del hijo pródigo, esperando de ver a lo lejos el retorno del hijo perdido.
Con paciencia, la paciencia de Dios. 
La profecía de Isaías anuncia la aparición de una gran luz que disipa la oscuridad. Esa luz nació en Belén y fue recibida por las manos tiernas de María, por el cariño de José, por el asombro de los pastores. Cuando los ángeles anunciaron a los pastores el nacimiento del Redentor, lo hicieron con estas palabras: «Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». La «señal» es la humildad de Dios, la humildad de Dios llevada hasta el extremo. Es el amor con el que, aquella noche, asumió nuestra fragilidad, nuestros sufrimientos, nuestras angustias, nuestros anhelos y nuestras limitaciones. El mensaje que todos esperaban, que buscaban en lo más profundo de su alma, no era otro que la ternura de Dios: Dios que nos mira con ojos llenos de afecto, que acepta nuestra miseria, Dios enamorado de nuestra pequeñez.
Esta noche santa, en la que contemplamos al Niño Jesús apenas nacido y acostado en un pesebre, nos invita a reflexionar. ¿Cómo acogemos la ternura de Dios? ¿Me dejo alcanzar por él, me dejo abrazar por él, o le impido que se acerque? «Pero si yo busco al Señor» –podríamos responder–. Sin embargo, lo más importante no es buscarlo, sino dejar que sea él quien me encuentre y me acaricie con cariño. Ésta es la pregunta que el Niño nos hace con su sola presencia: ¿permito a Dios que me quiera mucho?
Y más aún: ¿tenemos el coraje de acoger con ternura las situaciones difíciles y los problemas de quien está a nuestro lado, o bien preferimos soluciones impersonales, quizás eficaces pero sin el calor del Evangelio? ¡Cuánta necesidad de ternura tiene el mundo de hoy! La paciencia de Dios, la ternura de Dios. 
La respuesta del cristiano no puede ser más que aquella que Dios da a nuestra pequeñez. La vida tiene que ser vivida con bondad, con mansedumbre. Cuando nos damos cuenta de que Dios está enamorado de nuestra pequeñez, que él mismo se hace pequeño para propiciar el encuentro con nosotros, no podemos no abrirle nuestro corazón y suplicarle: «Señor, ayúdame a ser como tú, dame la gracia de la ternura en las circunstancias más duras de la vida, concédeme la gracia de la cercanía en las necesidades de los demás, de la mansedumbre en cualquier conflicto».
Queridos hermanos y hermanas, en esta noche santa contemplemos el pesebre: allí «el pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande». La vio la gente sencilla, dispuesta a acoger el don de Dios. En cambio, no la vieron los arrogantes, los soberbios, los que establecen las leyes según sus propios criterios personales, los que adoptan actitudes de cerrazón. Miremos al misterio y recemos, pidiendo a la Virgen Madre: «María, muéstranos a Jesús». 

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Celebraciones en el Santuario de Juana Díaz en Navidad 2014

El P. Hilario José, Rector del Santuario de Schoenstatt de Juana Díaz, recuerda que la Misa de Nochebuena comenzará a las 7:30 de la noche, mientras que en Navidad será a las 8:30 de la mañana.

La Misa de Despedida de Año, 31 de diciembre, se iniciará a las 8 de la noche. La Solemnidad de María, Madre de Dios, el 1 de enero de 2015, será a las 8:30 de la mañana.

Recordamos, a través de una foto tomada hace 49 años, en la Nochebuena de 1965, cuando el Padre Fundador, José Kentenich, entró al Santuario Original como hombre libre (estuvo 14 años en el exilio), y se hincó de rodillas ante la Mater.
(Foto: Sr. M. Zita © 1965)

domingo, 21 de diciembre de 2014

Mensaje en ocasión de la Cena Pan y Vino celebrada en nuestro Santuario

MENSAJE
A toda la Familia de Schoenstatt  y peregrinos que en esta ocasión tan especial han querido responder a la gentil invitación que confiadamente le hicimos llegar.
Cada uno de nosotros sabe y conoce del acontecimiento significativo que como Familia nosotros terminamos de celebrar,  cien años de Alianza con la Santísima Virgen María. Nuestro padre fundador, lleno de amor de Dios, buscó y encontró la forma mediante la cual los primeros congregantes  afianzaran sus principios en la Madre Tres Veces Admirable.
En Alemania se vivieron experiencias que marcaron la vida de nuestra comunidad y que nos ayudarán a superar todas las dificultades con las que nos encontraremos a lo largo de los próximos cien años.  Las delegaciones de los distintos países nos han dado el gran testimonio que está contenido en la cruz de la unidad.  Jamás debemos intentar separar, en lo referido a la redención, a la Virgen de su Hijo Jesús.  Dios Padre fue así como lo determinó y nosotros debemos respetar los que a El le ha parecido bien.
Queridos schoenstattianos  y hermanos todos, su Santidad el Papa Francisco en ocasión de nuestra magna celebración nos ha dictado un programa de vida similar a aquel que diera a conocer el Fundador en 1914, el cual resulta ser una referencia directa a la auto educación, a la fe practica en la Divina Providencia, a la fecundidad apostólica y demás elementos que conforman el ser y el quehacer del Movimiento en la Iglesia y el mundo.
Por ser esta una oportunidad tan especial, no quiero dejar de hacer mención a un ser humano sencillamente especial,  P. Guillermo quien con alma, corazón y vida se consagró entre nosotros a la causa de Schoenstatt. La Mater siempre le cuide como su hijo muy querido. Que el amor por cada uno, que su testimonio de entrega y su consagración  a Jesús  y a su Madre, nos edifique a todos..
R. P. HILARIO JOSE GUTIERREZ BURGOS
RECTOR

Celebramos con amor el vigésimo aniversario de la ordenación sacerdotal del P. Hilario José

En el marco de la celebración de la Cena Pan y Vino en el Santuario de Schoenstatt de Juana Diaz, este sábado, 20 de diciembre de 2014, hubo otro festejo: el vigésimo aniversario de la ordenación sacerdotal del P. Hilario José Gutiérrez Burgos, nuestro Rector.
Llegó a dirigir nuestro santuario hace apenas cuatro meses y se asentó de tal modo que parece que su presencia en este lugar llevara muchos años. "Es un hombre muy cercano a nuestra comunidad y un gran trabajador de la Iglesia, un genuino misionero", se resume lo dicho por los asistentes al Santuario.
El Santo Cura de Ars ha dicho:  "El Sacerdocio es el amor del Corazón de Jesús". Por su parte, el Papa Benedicto VI dijo en una homilía el 11 de junio de 2010 que "el sacerdocio no es un simple "oficio", sino un sacramento: Dios se vale de  un hombre con sus limitaciones para estar, a través de él, presente entre los hombres y actuar en su favor".
¡Enhorabuena, P. Hilario!

Cena Pan y Vino: una velada hermosa y fraternal

Este sábado, 20 de diciembre de 2014, fue una noche hermosa en el Santuario de Schoenstatt de Juana Díaz cuando celebramos la Cena-Concierto 'Pan y Vino".
El pan representa la fuente de vida y el vino es el elemento de la fiesta y alegría del corazón. Pan y vino, vínculo de la vida social: vínculo de muerte cuando nos disputamos el pan o cuando el vino desata ímpetus criminales y relación de amor cuando nos reunimos para celebrar la alegría de los sacramentos.
Cuando el pan y el vino los tomamos en la Eucaristía, llenos de significado trascendente, son emblema y atadura del amor, del más grandioso amor.
Los mensajes sobre el pan y el vino nos llegan de Jesús y cambiarán el significado de los alimentos.
Sabemos que el pan y el vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo. Así,  Cristo se convierte en nuestro pan y en nuestro vino, verdadero alimento y verdadera bebida.
La magna celebración, dedicado a la vida consagrada, se inició con la Santa Misa, presidida por el P. Hilario José Gutiérrez Burgos, Rector del Santuario, quien a su vez disertó sobre 'María, Mujer Eucarística' y prosiguió con una charla sobre 'Los Milagros Eucarísticos", por William Rosaly, líder de "Los Madrugadores' del santuario.
 
Un animado Grupo Amanía se encargó de complementar la alegría de la noche con canciones alusivas a la Navidad.
Nuevamente damos gracias 'Al Amor Eterno' por permitirnos una velada hermosa y fraternal.