Un tema tan audaz como actual: Misericordia y poder. "Toda forma de poder sea servicio, justicia y misericordia, como Jesús", dice el Papa. Toda forma de poder en el estado, en el mundo del trabajo, en la iglesia, en los movimientos, en la comunicación sea servicio, justicia y misericordia. Un desafío. Lo que Francisco plantea, interpela a la realidad en muchos países, en partes de la iglesia, en tantos lugares de trabajo, en tantos medios.
Hoy, en el camino cuaresmal del Año de la Misericordia, hagamos examen de conciencia y preguntémonos cuánto influye la tentación de abusar del poder sobre los demás o de aprovechar de privilegios, en nuestro modo de pensar, de valorar y de actuar. Miremos a Jesús, que se hizo siervo obediente del Padre y de los hombres y aprendamos a servir a todos aquellos que tienen necesidad de nuestra ayuda."
El Papa Francisco nos recuerda que en diversos pasajes se habla de los potentes, de los reyes, de los hombres que están "en lo alto", y también de su arrogancia y de sus prepotencias. La riqueza y el poder son realidades que pueden ser buenas y útiles al bien común, si son puestos al servicio de los pobres y de todos, con justicia y caridad. Pero, como muchas veces sucede, si son vividas como privilegio, con egoísmo y prepotencia, se transforman en instrumentos de corrupción y de muerte.
De hecho, el Libro del Levítico prescribe: «La tierra no podrá venderse definitivamente, porque la tierra es mía, y ustedes son para mí como extranjeros y huéspedes» (Lev 25,23). La tierra es sagrada, porque es un don del Señor, que como tal va cuidada y conservada, en cuanto signo de la bendición divina que pasa de generación en generación y garantía de dignidad para todos.
Jesús, recordando estas cosas, nos dice: «Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo» (Mt 20,25-27). Si se pierde la dimensión del servicio, el poder se transforma en arrogancia y se convierte en dominio y atropello.
Un texto del profeta Isaías es particularmente iluminante al respecto. En ello, el Señor advierte contra la avidez de los ricos latifundistas que quieren poseer siempre más casas y terrenos. Y dice el profeta Isaías: «¡Ay de los que acumulan una casa tras otra y anexionan un campo a otro, hasta no dejar más espacio y habitar ustedes solos en medio del país!» (Is 5,8). Y el profeta Isaías ¡no era comunista!
La misericordia puede sanar las heridas y puede cambiar la historia. ¡Abre tu corazón a la misericordia! La misericordia divina es más fuerte del pecado de los hombres Jesucristo con su cercanía y ternura lleva a los pecadores al espacio de la gracia y del perdón. Y esta es la misericordia de Dios.
(Tomado de: schoenstatt.org)
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