El P. José Kentenich con frecuencia afirmaba: "Quien tenga un misión que la cumpla". Ha sido para nosotros un constante desafío poder llevar a la aplicación estas palabras del Padre.
En las experiencias que hemos vivido en todo el tiempo de Cuaresma, y ahora en el Tiempo de Pascua, las acciones, oraciones y celebraciones nos han impregnado del deseo santo de colaborar con lamisión que el Señor ha puesto en manos de los apóstoles y la comunidad.
En las experiencias que hemos vivido en todo el tiempo de Cuaresma, y ahora en el Tiempo de Pascua, las acciones, oraciones y celebraciones nos han impregnado del deseo santo de colaborar con lamisión que el Señor ha puesto en manos de los apóstoles y la comunidad.
Todavía resuena en todos nosotros el saludo de Jesús Resucitado a sus discípulos la tarde de Pascua: "Paz a ustedes" (Jn 20,19).
La paz, sobre todo en este Tiempo Pascual, sigue siendo el deseo de tantos pueblos que sufren la violencia inaudita de la discriminación y de la muerte, sólo por llevar el nombre de cristianos.
Nuestra oración se hace aún más intensa y se convierte en un grito de auxilio al Padre, rico en misericordia, para que sostenga la fe de tantos hermanos y hermanas que sufren, a la vez que pedimos que convierta nuestros corazones, para pasar, tal como fue la experiencia de nuestro padre y fundador, de la indiferencia a la compasión.
San Pablo nos recuerda que fuimos salvados en el misterio de la muerte y resurrección del Señor Jesús. Él es el Reconciliador, que está vivo en medio de nosotros para mostrarnos el camino de la reconciliación con Dios y con los hermanos.
El Apóstol recuerda que, a pesar de las dificultades y los sufrimientos de la vida, sigue creciendo la esperanza en la salvación que el amor de Cristo ha sembrado en nuestros corazones. La misericordia de Dios se ha derramado en nosotros haciéndonos justos, dándonos la paz.
Schoenstatt nació para dar una respuesta a los nuevos tiempos. Este no es un tiempo para estar distraídos, sino al contrario para permanecer alerta y despertar en nosotros la capacidad de ver lo esencial. Es el tiempo para que la Iglesia redescubra el sentido de la misión que el Señor le ha confiado el día de Pascua: ser signo e instrumento de la misericordia del Padre (cf. Jn 20,21-23).
Hoy debemos pedirle a la Mater que anteceda por nosotros y así podamos mantener vivo el deseo de saber descubrir los muchos signos de la ternura que Dios ofrece al mundo entero y sobre todo a cuantos sufren, se encuentran solos y abandonados, y también sin esperanza de ser perdonados y sentirse amados por el Padre.
(P. Hilario José Gutiérrez)
(P. Hilario José Gutiérrez)
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