lunes, 30 de marzo de 2015

Cuaresma: La jornada de la semilla – Parte 6

por Sarah-Leah Pimentel

Dios escribe derecho sobre renglones torcidos. Esa es nuestra experiencia de vida. A veces nuestros planes perfectos no resultan serlo en la realidad. Otras veces sentimos que vamos por el camino correcto, pero las circunstancias voltean todo de cabeza. El incipiente Movimiento de Schoenstatt en 1914 jamás pudo haber imaginado los eventos que marcarían su historia en los primeros 100 años.

Dios escribe derecho sobre renglones torcidos.

2016-03-04-2-01-josef-englingUna y otra vez parecía que todo estaba en contra del Movimiento. José Engling, Max Brunner, Hans Wormer – algunos de los primeros congregantes – ni siquiera alcanzaron a ver los primeros 5 años de la vida de Schoenstatt. Las primeras Hermanas de María que fueron enviadas a Sudáfrica y después a América apenas habían terminado su formación y se encontraban en una especie de exilio en tierras extranjeras donde tenían que ingeniárselas sobre la marcha. Además, nadie entra en un campo de concentración con la expectativa de sobrevivir.

Difícilmente ésta es la mejor manera de construir los cimientos de un movimiento espiritual internacional, pero aun así, sobre esos renglones torcidos Dios eligió escribir.
Al concluir estas entregas de Cuaresma veamos de nuevo la descripción que hace el P. Kentenich sobre la mejor tierra para crecer: " Las condiciones externas para el crecimiento son todos los tipos e intensidades de dificultades, las batallas continuas, tanto internas como externas." (José Kentenich, 1954/55, Kentenich Reader Vol. II, p. 25) Agregaré la oración que sigue a esta cita con la que hemos estado trabajando por cinco semanas: "A esto nos referimos cuando decimos que Schoenstatt es hijo de la guerra."

Hijo de la guerra

Nadie pide dificultades en sus vidas, pero son los tiempos de dificultades los que nos hacen más fuertes. En las situaciones difíciles nos damos cuenta de que no podemos depender sólo de nosotros mismos, sino que estamos llamado a depender – primero y sobre todo – de la fidelidad de Dios, de las intercesiones de la Santísima Virgen por nosotros y de la guía del Espíritu Santo, pero también necesitamos depender de los demás.
En lo individual somos débiles, pero cuando nos unimos somos fuertes y nuestra fe puede hacer posible lo imposible. Las oraciones y los esfuerzos de muchas personas consiguieron que el P. Kentenich regresara a casa… dos veces.
Al entrar al segundo siglo de Schoenstatt, podemos tener la certeza de que este movimiento, que es hijo de la guerra, enfrentará muchas batallas, pero las palabras que pronunció el P. Kentenich en 1929 seguirán siendo ciertas: "A la sombra del Santuario se codecidirán esencialmente los destinos de la Iglesia para Alemania y más allá aún, en los próximos siglos."

No debemos temer pedir por la cruz y el sufrimiento, como lo hacemos en la oración matutina: "Usa de nosotros según tu voluntad… puedes dedicarnos al trabajo, puedes mandarnos cruz, penas, dificultades. En el éxito o en el fracaso, anunciaremos siempre tu amor." (Hacia el Padre, Consagración Matutina). Esta semana, mientras acompañamos a Nuestro Señor en el viacrucis, tal vez podamos reflexionar con agradecimiento que Jesús ya haya recorrido ese camino por nosotros y que, mediante su muerte y resurrección, haya surgido victorioso sobre la debilidad, las dificultades y los fracasos.
Sin embargo, al prepararnos para las batallas que vendrán, no olvidemos que somos una Familia, que nuestras diferencias no son una fuente de división, sino el regalo de las muchas gracias que hemos recibido.

Que el amor sea la única justificación para todas las batallas que estamos llamados a enfrentar

Que el amor sea la única justificación para todas las batallas que estamos llamados a enfrentar. Que no sucumbamos a las luchas de poder y rivalidades entre nosotros, sino que tratemos a los demás con compasión y amabilidad, aunque nuestras ideas sean diferentes. Ofrezcámonos como voluntarios para ser soldados de a pie en los frentes de batalla de la desigualdad y la pobreza, como el Papa nos lo ha pedido, dándonos a nosotros mismos en amoroso servicio a todas las personas que sean llamadas por la Santísima Virgen. En todo lo que hacemos, nunca temamos pronunciarnos por la verdad y la justicia, aunque nos cueste nuestra reputación. Por encima de todo, vivamos nuestra Alianza de Amor en unidad con la Iglesia que amamos y servimos.

Oración: Señor Jesús, en esta semana caminamos contigo por las calles de Jerusalén, poniendo nuestras palmas para honrarte como nuestro rey y lloramos contigo cuando subes al Gólgota. Al recorrer el viacrucis, oramos porque podamos encontrar tanto a nuestra familia como el extraño en el camino. Oramos para que los encontremos con el mismo amor con el que Tú miraste desde la cruz a tu amada Madre y con la misma compasión que mostraste con el hombre crucificado junto a Ti. También te pedimos por todas las cruces y sufrimientos que necesitamos para crecer más en Ti y para reconocer mejor las necesidades de los hermanos y hermanas que nos rodean. Amén.

Original: Inglés. Traducción al español: Eduardo Shelley, Monterrey, México.
(Tomado de schoenstatt.org)  (schoenstattianos en la red)

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