El escenario para la celebración eucarística en la festividad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María y la efemérides de nuestro Santuario de Juana Díaz fue tan hermoso que Mons. Félix Lázaro Martínez, Obispo Titular de Ponce, lo definió con las siguientes palabras: "Celebrar estos 26 años nunca imaginé que lo haría bajo esta catedral natural que Dios mismo ha preparado".
Monseñor Lázaro Martínez presidió la Santa Misa del aniversario 26 de la bendición de nuestro Santuario "Cenáculo de la Inmaculada Madre del Redentor", y fue acompañado por el P. Hilario José Gutiérrez Burgos, Rector; así como por Monseñor Santiago y el P. Angel Berríos, Párroco de Villalba y anteriormente rector interino de este hermoso lugar de oración.
La fiesta de la Inmaculada Concepción de María es motivo de mucha alegría. "Y celebrar a nuestra madre es siempre motivo de alegría", dijo Lázaro Martínez ante aproximadamente 300 personas que acudieron al Santuario.
"Hace hoy 160 años, fue el 8 de diciembre de 1854, que el Papa Pío IX, públicamente, en la Plaza de San Pedro, proclamó solemnemente el Dogma de la Inmaculada Concepción con estas palabras: "Declaramos que, la doctrina que dice que María fue concebida sin pecado original, es doctrina revelada por Dios, y que a todos obliga a creerla como dogma de fe", recordó Lázaro Martínez.
"María fue libre de pecado desde el primer momento de su concepción, por una gracia especial de Dios. Fue preservada del pecado original, en previsión de los méritos redentores de Cristo, 'ante praevisa merita'. A nosotros se nos perdonan y borran los pecados, incluido el pecado original, después de la redención de Cristo".
"Hay, además, otras razones. El Papa Pablo VI en su Carta "Marialis Cultus", la propone como modelo y espejo, en el que mirarnos los cristianos, en este tiempo del Adviento., "al considerar el inefable amor con que la Virgen Madre esperó al Hijo", agregó.
El prelado comentó que hay quien dice que la fiesta de la Inmaculada Concepción es la fiesta de la Virgen del Adviento. Los cristianos que participan y viven la liturgia y el espíritu del Adviento han visto en María un modelo de oración, de vigilancia, y de espera, ante la venida del Salvador.
"De ahí que la fiesta de la Inmaculada Concepción no sea una fiesta independiente del Adviento". "Por el contrario", aclaró, "cuadra perfectamente dentro de su significado y contenido. Porque nadie como Ella, la llamada a ser la Madre del Altísimo, la Madre de Dios, vivió y experimentó la llegada de Jesús y la esperanza de su venida. Podemos decir que forma parte del Adviento; es pieza clave del Adviento, porque es, a través de Ella, que nace Jesús".
El Obispo de la Diócesis de Ponce invitó que la fiesta de la Inmaculada Concepción debiera ser para todo cristiano que se dispone a celebrar el Nacimiento de Jesús, un estímulo a vivir el Adviento, a ejemplo de María, en espera, vigilantes, en oración, y cantando su alabanza.
"En el Adviento se nos invita a limpiar los caminos del espíritu, de las hojarascas, areniscas y telarañas de nuestras envidias, lujurias, venganzas, perezas, egoísmos, orgullos, soberbias, iras, y de todo lo escabroso y torcido", conminó.
A renglón seguido apuntó que otro aspecto interesante que subrayar en la fiesta de la Inmaculada Concepción es la llamada o invitación a la vida de la gracia, a la pureza, y a una intensa vida cristiana. "La verdadera celebración de la fiesta no consiste sólo en conocer el dogma, sino que nos debe llevar a imitar a María. No quedarnos sólo mirando a María como un ser celestial, maravilloso, sino ver en Ella nuestra propia identidad cristiana y el modelo que seguir e imitar".
Monseñor Lázaro Martínez lamentó que "vivimos en un mundo contaminado por el sexo, la droga, el consumismo y el hedonismo. En el que el dinero y las riquezas y el materialismo es lo que priva. En el que se valora más el tener que el ser. En el que el pecado ha adquirido carta de ciudadanía".
"Necesitados de un hálito espiritual que nos libere del infierno material y carnal en el que estamos sumidos", expresó.
A continuación abundó que estamos viviendo en un mundo en el que apenas se menciona el Adviento y sí se menciona la Navidad; "se trata de una navidad vacía, llena de luces multicolores que adornan nuestras casas, plazas y caminos; de trullas y parrandas; de tarjetas de felicitación desprovistas las más de las veces, de todo simbolismo religioso; de músicas estridentes y mundanas; de relaciones comerciales que invitan a una felicidad pasajera, efímera. Pero en la que falta Jesús".
"Y como que se va perdiendo el sentido religioso de la Navidad", exclamó.
La Familia de Schoenstatt obsequió al Obispo con una hermosa imagen de la Mater Peregrina, tallada por confinados del sistema carcelario puertorriqueño, similar a la entregada al Papa Francisco en octubre pasado en Roma en ocasión del festejo del centenario del Movimiento de Schoenstatt.
El P. Hilario José agradeció de la manera más sincera la presencia del obispo en esta magna celebración. De modo similar lo hizo con los compañeros sacerdotes presentes, diáconos y ministros y todos aquellos de la Familia y peregrinos que, generosamente, accedieron a la invitación.
Aprovechó, además, para agradecer a la Santísima Virgen Maria el aniversario 21 de la ordenación diaconal de Fernando Pérez, ausente por razón de enfermedad. También recordó al Padre Guillermo Ester, instrumento eficaz a quien la Madre de Dios eligió "para ser el motor impulsor de esta obra".
"El Padre José Kentenich, en el Cielo, debe estar sumamente contento al ver que su ideal y la confianza que depositó en las manos de la Santísima Virgen María, nuestra Madre Tres Veces Admirable, Reina y Vencedora de Schoenstatt, sigue siendo una realizad en nuestro querido pueblo puertorriqueño. Que Dios nos bendiga a todos", fueron sus palabras finales y todos renovamos nuestra Alianza de Amor.
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