Hoy contesta: P. Mike Rodríguez OSB, benedictino, de Esquipulas, Guatemala, fundador de Schoenstatt en Esquipulas, oriundo de la Juventud Masculina del Santuario Magnificat en Hatillo, Puerto Rico •
A medio año de peregrinar por el segundo siglo de la alianza de amor… ¿Cómo sueña este Schoenstatt en su ser, en su estar en la iglesia y en el mundo, y en su quehacer?
Un Schoenstatt en salida, un Schoenstatt que sale al encuentro, un Schoenstatt pobre para los pobres, tal como nos pide Francisco.
Las preguntas son muy inquietantes, muy atrevidas, para soñar a la luz de los grandes acontecimientos que estamos presenciando, a la luz del magisterio del Santo Padre, a la luz de los cien años, a la luz de una vida en alianza que cada uno estamos viviendo en nuestros países, en nuestros santuarios, nuestros santuarios hogar, nuestras ermitas, con nuestras limitaciones, caídas, y pobrezas. Son preguntas que desde hace mucho tiempo suenan en nuestro corazón.
Para llegar a cumplir este sueño, ¿qué tenemos que evitar o dejar?
Casualmente en estos días, visitando uno de nuestros santuarios hogar aquí en Esquipulas, meditaba algo de todo esto con la familia durante la comida y me atrevo con temor y temblor a compartir lo que siento, a la luz de los acontecimientos, que es lo que debemos cambiar.
Pienso que debemos cambiar nuestro centro, es decir, poner en segundo plano nuestro yo y dar paso al tú: salir de nuestro pequeño mundo. Algo que me inquieta es caer en una vida de alianza yo solo, hacia dentro, aislada. El Papa nos pide salir al encuentro, nos habla de una cultura del encuentro, de sentarnos con el otro. En un mundo como el que vivimos tenemos que dejar lo cómodo y encontrarnos.
Te comento algo: me han llegado cartas de jóvenes de Schoenstatt de otros lugares con una inquietud: ¿cómo llevar el mensaje de Schoenstatt a gente más sencilla. Han mirado nuestras fotos, nuestros santuarios hogar y me preguntan cómo se logra. Espero que entiendas esto. En otros países, la experiencia del trabajo de Schoenstatt (con respeto expreso esto y lo digo a la luz de mi país, Puerto Rico) es que se mueve en círculos de personas que pertenecen más a la alta sociedad, y estos jóvenes que me escriben sienten esa brecha.
Desde la experiencia del Padre Aníbal en Puerto Rico, que miraba eso, decía que el Santuario del Magnificat es para gente sencilla. Yo acá comencé a compartir el mensaje del Padre y de la Madre a gente sencilla, a llevarles el mensaje del Padre que dice que somos hijos y tenemos un Padre que nos ama tal como somos, nos acoge. Y poco a poco he visto el fruto, he visto cómo la Mater ha atraído corazones. El hombre necesita sentirse amado, valorado, aceptado, acogido. Schoenstatt debe ser en este momento histórico esa casa de familia. Pero para lograr eso hay que salir de nuestros prejuicios, nuestras mentalidades cerradas, nuestros complejos, debemos eliminar máscaras, ser más auténticos, más pequeños, más simples. Tenemos que abrazar al otro desde nuestras heridas, como decía la liturgia del domingo: sentarnos con el otro, eliminar nuestro yo.
Para llegar a cumplir este sueño, ¿qué pasos concretos debemos dar?
Y qué debemos hacer, qué iniciativas…oye, creo que es sencillo: llevemos la Mater y el Padre no solamente al hogar, no solamente al trabajo, sino más allá, al drogadicto, al homosexual, al que está en alguna adicción, al que vive sentado en la calle, al que nadie le da la mano, a los marginados. Acá tenemos un grupo pequeño de misioneros en una aldea, es una comunidad en el campo, gente pobre que ya se tiene una ermita de la Mater. Impresiona la generosidad de esta gente, van con la Mater a las familias y ¡vieras los testimonios en las reuniones mensuales! Bajemos más al pobre allá donde solo hay un poco de café y pan.
(Fuente: Schoenstatt.org)
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