Como en todos los templos católicos del mundo, en el Santuario de la Madres Tres Veces Admirable de Schoenstatt de Juana Díaz cientos de fieles participaron en el inicio de la Semana Santa con la celebración del Domingo de Ramos que recuerda la entrada triunfal de Cristo a Jerusalén.
El Padre Hilario José Gutiérrez Burgos, rector del santuario, organizó una procesión recordando este hecho bíblico. Fue una colorida y magnífica procesión que recorrió aproximadamente 150 metros por la calle José Kentenich que lleva al Santuario.
Fue un gran gentío el que acompañó al sacerdote, al diácono y demás ministros.
Se inició con la bendición de las palmas, elementos que utilizaron los seguidores de Jesús cuando el Hijo de Dios entró a Jerusalén.
El color del día es el rojo que representa a Jesús como rey en su entrada triunfal en Jerusalén y la Pasión del Señor. Al comienzo de la celebración, el sacerdote viste de procesional, es decir, con capa pluvial roja.
Las lecturas correspondientes al Domingo de Ramos (las dos lecturas y el salmo) estuvieron dirigidas a la Pasión del Señor. La primera lectura correspondió al libro de Isaías (El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes), la segunda lectura corresponde a la carta del apóstol San Pablo a los Filipenses (Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios), interpuestas por el salmo 'Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
El Evangelio de éste día es el relato completo de la Pasión del Señor según San Marcos, donde se repasó los acontecimientos de cara a su muerte en la cruz.
"De la misma manera que Jesús entró este Domingo de Ramos en Jerusalén, dejemos que entre en nuestra vida y la transforme", propuso el P. Hilario José a la gran concurrencia.
"El que tenga una misión que la cumpla", dijo más adelante en referencia directa a cada feligrés de visita en el Santuario al tomar como base el sacrificio de Jesús y la encomienda del Padre.
"Es tiempo que tomemos la vida en serio y que cada instante de ella la aprovechemos para, con la ayuda de Dios, vencer el mal y, con la ayuda de Dios, realizar todo el bien que nos sea posible", aconsejó.
Lo importante de este tiempo no es el recordar con tristeza lo que Cristo padeció, sino entender por qué murió y resucitó. Es celebrar y revivir su entrega a la muerte por amor a nosotros y el poder de su Resurrección, que es primicia de la nuestra.
"Alégrense porque su nombre está inscrito en el libro de la vida", pronunció Gutiérrez Burgos en su predicación.
El tiempo de Cuaresma debe marcar nuestra vida, dijo el sacerdote schonstattiano, al recordar las enseñanzas del papa Francisco con su testimonio de vida y que "con lágrimas en los ojos nos pide colaborar para que la globalización de la indiferencia pueda ser superada".
Finalmente, llamó la atención de aquellos que dicen ser seguidores de Jesucristo, pero lo que buscan es "grandeza". A éstos les dijo que "el que quiera ser el primero, que sea servidor; el que quiera ser más importante, que sea su esclavo".
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