En septiembre de 1939 comienza la Segunda Guerra Mundial contra Adolfo Hitler y el ejército alemán Nazi. Con ello las atrocidades de la guerra, especialmente el genocidio del pueblo judío en Europa, pero también de todo aquel que fuese una amenaza como lo eran sus opositores, sacerdotes y religiosos. El Padre José Kentenich era un reconocido y respetado sacerdote que entre otras actividades, ofrecía retiros espirituales a las comunidades sacerdotales en Alemania y era Fundador de un novel movimiento católico.
No tardó mucho en ser apresado, ocurriendo el 14 de septiembre de 1941. Estando en la cárcel es declarado apto para ir al campo de concentración de Dachau. Pero con la presión de las Hermanas Marianas se le abre la posibilidad de salvarse si pide un nuevo examen médico. Y el día 20 de enero, el Padre Kentenich toma la decisión de no aprovechar esa posibilidad e ir libremente a Dachau. Lo hace por amor y confianza en Dios. Su acción no sólo se convirtió en uno de los cuatro hitos de la historia del Movimiento, sino también en el eje de esa historia.
No tanto por su acto heroico sino por haber captado la voluntad de Dios. Ofrece su libertad exterior para conquistar la libertad interior de los hijos de Schöenstatt. Toma su cruz y nos invitó a tomar con él esa cruz, en solidaridad de destinos entre el Fundador y los miembros de toda la Familia.
Su suerte descansaría en la voluntad de su Familia, el Jardín de María que cada miembro debía cultivar para alcanzar con sus acciones la santidad, y ayudar así al Padre Kentenich en su seguridad y su eventual liberación. También este paso debía convencer definitivamente a la Familia que la Santísima Virgen era la dueña de la Obra, que Ella no la iba a abandonar.
No tardó mucho en ser apresado, ocurriendo el 14 de septiembre de 1941. Estando en la cárcel es declarado apto para ir al campo de concentración de Dachau. Pero con la presión de las Hermanas Marianas se le abre la posibilidad de salvarse si pide un nuevo examen médico. Y el día 20 de enero, el Padre Kentenich toma la decisión de no aprovechar esa posibilidad e ir libremente a Dachau. Lo hace por amor y confianza en Dios. Su acción no sólo se convirtió en uno de los cuatro hitos de la historia del Movimiento, sino también en el eje de esa historia.
No tanto por su acto heroico sino por haber captado la voluntad de Dios. Ofrece su libertad exterior para conquistar la libertad interior de los hijos de Schöenstatt. Toma su cruz y nos invitó a tomar con él esa cruz, en solidaridad de destinos entre el Fundador y los miembros de toda la Familia.
Su suerte descansaría en la voluntad de su Familia, el Jardín de María que cada miembro debía cultivar para alcanzar con sus acciones la santidad, y ayudar así al Padre Kentenich en su seguridad y su eventual liberación. También este paso debía convencer definitivamente a la Familia que la Santísima Virgen era la dueña de la Obra, que Ella no la iba a abandonar.
William Rosaly
Este artículo está bien interesante. Sería bueno que lo publicaran en alguna parte de la página en que no haya que regresar al día en que fue publicado.
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